domingo, 14 de septiembre de 2014

Lo imposible

No voy a hablar de la peli de Bayona, entre otras cosas porque no la he visto, sino que voy a seguir dando vueltas al asunto del post anterior, sobre lo imposible que sucede.

Le voy a dar otra vuelta porque de lo mismo trata una de las peripecias que magistralmente componen El héroe discreto, la más reciente novela de Mario Vargas Llosa.

Sucede en El héroe discreto, entre muchas otras cosas que merecen la pena, que Fonchito, adolescente espabilado y de buenísima estirpe limeña, al que conocemos de libros anteriores de Vargas Llosa, como Elogio de la madrastra y Los cuadernos de don Rigoberto, cuenta a sus padres que a menudo se topa (en una heladería, en un parque, en el autobús...) con un señor mayor llamado Edilberto Torres, quien parece conocer muy bien al mismo Fonchito, a su familia y a todo su entorno. A Fonchito las visitas de don Edilberto lo asaltan, lo desequilibran; no le sientan bien.

La cosa es que a don Edilberto solo lo ve Fonchito y nadie más. Nadie lo conoce, a nadie le consta. Doña Lucrecia y don Rigoberto, los atribulados padres, acuden a psiquiatras, a teólogos, a punto están de acudir a exorcistas; y no sacan nada en claro. Nadie es capaz de afirmar que don Edilberto sea un vulgar pedófilo (no puede ser: su actitud respetuosísima no encaja), que sea un iluminado de una secta que lo quiera captar (descartado: no ha hecho ninguna maniobra en ese sentido), que sea un ente diabólico (no digas bobadas: el diablo no existe), que Fonchito sufra alucinaciones (imposible: lo han examinado psiquiatras y no son de esa opinión), que todo sea mera invención suya, pues disfruta atormentando a sus padres
(pero cómo va a hacer eso un muchacho tan correcto y afectuoso). Hacia el final de la novela, alguien se aproxima a lo que realmente acontece con don Edilberto y Fonchito. Pero no lo voy a contar aquí, claro.

A eso se refiere Carrère en El Reino cuando habla de lo imposible que, así, sin más, sucede, de lo que no puede ser y, sin embargo, es. Y lo ilustra muy bien con el high concept de la serie de televisión Les Revenants, en cuyos comienzos participó como guionista.

Os iba a traducir lo que dice Carrère sobre la serie en el prólogo a El Reino, pero de repente se me ha hecho doloroso, muy duro. Así que mejor lo dejo para otro día en que me encuentre más animosa.

Sí os dejo, a cambio, los enlaces a otros posts sobre Carrère en Boquitas Pintadas. Hasta pronto.

El bigote
Una semana en la nieve
El Adversario
Una novela rusa
Sobre De vidas ajenas
Sobre Limonov

lunes, 8 de septiembre de 2014

El Reino

Quienes me seguís en Facebook, Twitter o Instagram, ya os habréis percatado de que he pasado unos días en Francia, concretamente en un pueblecito muy pequeño, Aspin-en-Lavedan; tan pequeño tan pequeño que no tiene tiendas, así que para casi todo menester tenía que bajar a la ciudad. Y la ciudad más cercana, a solo tres kilómetros, era Lourdes.

Ya había estado anteriormente en Lourdes; así y todo, me ha vuelto a impresionar. Es una especie de parque temático mariano y lo más parecido que he visto a Las Vegas (donde en Las Vegas pone "Casino", en Lourdes pone "Artículos religiosos"), incluido el hecho de que la ciudad revive de noche con la procesión nocturna diaria en la que participan miles de personas y la Rue de la Grotte chisporrotea de neones como The Strip.

Me conmueve, siempre me ha conmovido, el espectáculo de la fe; me fascina, además, el arremolinamiento de mercaderes alrededor de los templos; y, por si fuera poco, casualidad de casualidades (juro que no lo he hecho a propósito), en todo este tiempo he tenido en las manos un libro de temática religiosa, católica: Le Royaume ("El Reino"), de Emmanuel Carrère (P.O.L éditeur, 2014), que se refiere, claro, al reino de los cielos, al reino de Dios.

Carrère presenta así su libro en la contraportada: "En cierto momento de mi vida fui cristiano. Me duró tres años. Pasó. Los caminos del Nuevo Testamento, que antaño recorrí como creyente, los recorro ahora ¿como novelista?, ¿como historiador? Digamos que como investigador". [La traducción y la adaptación son mías]

En el prólogo apunta Carrère algo que no se me ha quitado de la cabeza en todos estos días que he paseado, comido, cenado, comprado y flipado en Lourdes. A propósito de la serie televisiva Les Revenants, en la que participó como guionista, se pregunta qué pasaría si algo que es del todo imposible, sin más, sucediera. Porque eso está, en su opinión, en los orígenes del cristianismo: "Una comunidad de parias se congrega en torno a un suceso tan pasmoso como una resurrección. Es la historia de algo imposible y que, sin embargo, sucede."

Y eso pensaba yo todo el rato: es imposible que se le aparezca a nadie la Virgen; es imposible que un enfermo terminal sane repentinamente por beber agua de un manantial; es imposible que un ejecutado resucite tres días después; es imposible que un terrorista secuestre un avión de pasajeros y lo estrelle, con cientos de personas a bordo, contra un edificio de Manhattan; es imposible que un alto responsable político de un territorio haya infringido durante décadas su propio sistema fiscal y no se haya hecho público. Vale, de acuerdo, es imposible. Pero, ¿y si sucede?

Para acabar, otra casualidad: Carrère estará en Bilbao el sábado 4 de octubre, charlando con otro grande, Jean Echenoz, con motivo del V Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor La Risa de Bilbao. Echad un vistazo al programa, porque, además de esos dos monstruos, estarán Forges, Maialen Lujambio, Luis Goytisolo, Isabel Coixet, Julian Barnes y más.

viernes, 5 de septiembre de 2014

House of Cards

Es septiembre. Por si no os habíais percatado lo digo.
Tras el habitual parón bloguero de agosto, vuelve Zinéfilaz y concretamente vuelvo yo. ¿Con cine? Pues no: con tele. Con House of Cards, serie responsable de buena parte de mis trastornos estomacales de este verano, dicho sea en el buen sentido de la expresión.
En fin, lo de siempre: que vayás a Zinéfilaz a leerlo. Hasta pronto.