jueves, 31 de julio de 2014

El punk y el funcionariado

«Era ya de noche cuando Ratus desembarcó en el bar, no en plena forma. Ratus era un punk auténtico, de los que ya eran punk antes que nadie. La veteranía entre los punks era signo de credibilidad y confería cierto prestigio y diversas ventajas; he aquí uno de los escasos puntos en común entre el punk rock y la función pública. »

Virginie Despentes: Bye, bye, Blondie
Éditions Grasset & Fasquelle, 2004
La traducción y la adaptación son mías.

No tan escasos. En (casi) todos los grupos humanos se valora irracionalmetne la veteranía. Debe de ser un atavismo de cuando el mundo se regía por gerontocracia. Yo, quizás porque todavía sea en muchos aspectos adolescente, no valoro nada el hecho de permanecer demasiado tiempo en el mismo lugar. No me dice nada bueno. Me habla de acomodo, inmovilismo, pereza, miedo al cambio; o, lo que es peor, de falta de oportunidades.

Fotograma de Bye, bye, Blondie (Francia, 2011)
Dirección: Virginie Despentes
Reparto: Emmanuelle Béart, Béatrice Dalle, Soko, Clara Ponsot, Pascal Greggory

viernes, 25 de julio de 2014

La sucia resignación de los parias

« Muchos de los amigos que tenían en común con los años habían abandonado las naves de la lozanía en violentos y sorprendentes lavados de imagen. Los punks con cresta, buenos discos y buena conversación, enrolladísimos, los colegas geniales de siempre, en solo una temporada se habían convertido en cuñaos adiposos con los sueños sepultados, hipotecas sobre las espaldas y la sucia resignación de los parias: "Así es la vida". Como si hubiera una buena razón para pasar a engrosar las filas, sentar la cabeza  y aguantarlo todo.

En una ciudad pequeña es fácil toparse con viejos amigos; adolescentes sublimes convertidos en borregos; agrios, abatidos, heridos en su vanidad, bloqueados, ajados o entrampados por pequeños éxitos.»


Virginie Despentes: Bye, bye, Blondie
Éditions Grasset & Fasquelle, 2004
La traducción y la adaptación son mías.

domingo, 20 de julio de 2014

No lugar

« Nancy no es una ciudad esplendorosa, ni siquiera bajo el sol. Por eso cuando llueve encuentra su verdadero carácter gris, lúgubre y deprimente. Cuando llueve, los sintecho y los perroflautas se refugian en el centro comercial y el resto de la gente se pega a los escaparates para resguardarse. El interior está sembrado de los mismos letreros que pueden encontrarse en cualquier otra ciudad de Europa: Footlocker, Pimkie, H&M, Body Shop... Los escaparates son feos, demasiado iluminados, aseptizados, previsibles; nunca muestran nada sorprendente ni escandaloso.
En el resto de calles tampoco llama nada la atención: no hay espacio para lo subversivo en las ciudades modernas. Todo resulta enfermizo, congelado, como una morgue colorida.»

Virginie Despentes: Bye, bye, Blondie
Éditions Grasset & Fasquelle, 2004
La traducción y la adaptación son mías.


«Si un lugar puede definirse como de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse como de identidad ni relacional ni histórico será un no lugar. La sobremodernidad produce no lugares. Son tanto las instalaciones necesarias para la circulación acelerada de personas y bienes (vías rápidas, empalmes de rutas, aeropuertos) como los medios de transporte mismos o los grandes centros comerciales. »

Marc Augé: Non-lieux. Introduction à une anthropologie de la surmodernité, 1992
Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad, Gedisa 2008
Traducción de Margarita Mizraji
La adaptación es mía

miércoles, 9 de julio de 2014

Alimento espiritual para el verano

Estas van a ser mis lecturas durante los próximos días.

Los cuerpos extraños, lo último de Lorenzo Silva, Bevilacqua y Chamorro.




La ballade de Rikers Island, lo último de Régis Jauffret, sobre el affaire de Dominique Strauss-Khan. Promete emociones fuertes: para empezar, Strauss-Khan se ha querellado contra Jauffret. Ya os contaré. Sin falta.


Y en último lugar, pero preferente en mi corazón, La lluvia del tiempo, de Jaime Bayly, sobre otro affaire político-sexual (son mi debilidad, como ya he demostrado con mi enganche a The Good Wife): el de Alejandro Toledo, presidente del Perú que se negó a reconocer a una hija.




Pongo este libro en un lugar preferente porque ya he empezado a leerlo y me tiene cautivada. Además, yo pensaba que Bayly solo nos gustaba a Roberto Moso y a mí, pero dice la contraportada de este libro que a otro Roberto, a Roberto Bolaño, la prosa de Bayly le parecía "luminosa"; estoy de acuerdo.

Esto es todo, amigas, amigos. A medida que lea os cuento. Chao.

sábado, 5 de julio de 2014

Tres sin cuatro tampoco hay

He puesto ese título un poco tontorrón, lo sé, porque estuvimos cuatro señoras presentando, como os anuncié, el libro de una de ellas: No hay tres sin dos (Trama Editorial) de Alejandra Díaz-Ortiz. Fue en la Librería Cámara, de Bilbao, sitio acogedor donde los haya.

Presentando, que es gerundio. Foto de Daniela Villaseñor.


Nos juntamos a presentar Manuel Ortuño, el editor, Elena Sierra y Beatriz Celaya, ambas de Biografías Personales, y servidora de ustedes.

Entre el público, entregado y numeroso, tuvimos a gente ilustre como Daniela Villaseñor, ilustre e ilustradora, a quien debemos la delicada portada de No hay tres sin dos, Silvia Muriel, Loreto Rubio, Javier Maura, Fernando García Pañeda y Julen Iturbe. No me olvido de Txetxu Barandiaran, el cocinero que ha ligado esta salsa.

No hay tres sin dos da para mucho, así que pudimos hablar durante un buen rato de la potente y libérrima voz de Alejandra, de su capacidad para fagocitarlo todo, pero todo todo, y convertirlo en literatura y de cómo, al leerla, nos coloca al borde del precipicio y ya cada una y cada uno de nosotros decide cómo caer: a trompicones, rebotando por las paredes o alzando grácilmente el vuelo.

Aunque su presencia estaba confirmada, John Hemingway, el nietísimo, padrino de No hay dos sin tres, hizo honor a su leyenda familiar y, en vez de aparecer en Bilbao, prefirió desaparecer en Pamplona. En fin, tiran más los genes que los trenes.
 
Luego, para homenajear a la autora, que es mexicana, nos fuimos al restaurante Al-Txile, donde cenamos y bebimos muy bien.Te lo perdiste, Hemingway. Fastídiate.