lunes, 9 de diciembre de 2013

Lo mejor que puede pasarte en un aeropuerto


Lo mejor que puede pasarte en un aeropuerto, mientras esperas a embarcar, es que entres a echar un vistazo en la tienda de prensa y libritos y te encuentres por sorpresa la última novela de Ruth Rendell: El club de Hexam Place.

Dieciocho euros para qué os quiero. Me la agencio ya y lo siento por el otro señor novelista al que llevaba en la mochila, pero este vuelo es de la baronesa Rendell y de su historia, un poco Arriba y abajo, sobre señoras y criados, princesas, jardineros, au-pairs, chóferes, chicas para todo, niñeras, mayordomos, parlamentarios, tiburones de las finanzas, ricachonas, estrellas de la televisión y, por supuesto, crímenes en un selectísimo barrio de Londres.
Seguiremos informando.

Ruth Rendell
The Saint Zita Society 2012
El club de Hexam Place
Editorial Umbriel 2013
Traducción de Alejandro Palomas Pubill

viernes, 15 de noviembre de 2013

Jayne Mansfield 1967 en Zinéfilaz

Simon Liberati
Jayne Mansfield 1967
Éditions Grasset & Fasquelle 2011

 Según Mansfield, la palabra que mejor la definía era "crescendo".

Con esta cita comienza una novela que no parece una novela y a lo mejor ni siquiera lo es. Es uno de esos artefactos literarios pegados a la realidad que solo se llaman novela para evitar demandas judiciales; un género que se cultiva mucho en Francia y que a mí casi siempre me apetece mucho leer.

De Francia precisamente viene esta obrita deliciosa y tremendamente apetecible sobre ese monstruo mediático que fue Jayne Mansfield, de la que os hablo en Zinéfilaz.

Id allá a leerlo y, de paso, leed todo el blog de arriba a abajo, que mis compis valen mucho. Ya me contaréis. Hasta lueguito.

Otros artículos en Boquitas Pintadas sobre Jayne Mansfield 1967:
Menos de dos horas antes
Una gloria inmensa e inmotivada


domingo, 10 de noviembre de 2013

El héroe discreto

Me pregunto si no es también el título de la novela una contradicción in terminis, si al heroísmo no le corresponde per se la indiscreción, la popularidad, el ruido.

¿Y por qué me lo pregunto? Porque en esta novela de Vargas Llosa, que he disfrutado como una bestezuela, todo es doblez, enfrentado y contradictorio.

Empezando por la típica estructura dual vargasllosiana de dos relatos que discurren paralelos y se comunican mediante transvasitos pequeños, y siguiendo por todo lo demás, pues en El héroe discreto todo es uno y lo contrario; todo puede transformarse radical y repentinamente.

El héroe, por ejemplo, don Felícito, además de discreto, es villano: una bellísima persona capaz de engañar a su esposa durante décadas y de soltarle a su hijo las verdades más crueles que Lituma ha oído jamás. Su mujer, doña Gertrudis, pasa de puta a beata y de muda a parlanchina. Su amante, la dulce Mabel, es indómita y sumisa a la vez.

Y así con todos: don Rigoberto es un peruano que trabaja en seguros, pero tiene alma de artista europeo; Fonchito es ángel y diablo en uno; Ismael es un cabal hombre de negocios capaz de las mayores insensateces; Armida es al mismo tiempo humilde criada y dama multimillonaria. 

No hay certezas. Parafraseando a Greg House, todo el mundo engaña: los hombres a las mujeres; las mujeres a los hombres. Y, por encima de mujeres y hombres, dos embustes descomunales nos embaucan a la humanidad entera: la religión (la grande y la pequeña, la vaticana y la popular, en todas sus variantes, desde Bergoglio a la Beata Melchorita) y los medios de comunicación, capaces de hacernos tragar mentiras como puños.

Pero no queda ahí la cosa: existe todavía un embuste mayor; la madre de toda patraña, la gran fábrica de espejismos, la que alimenta a todas las demás falacias: la literarura, la ficción.

Tenemos, pues, un montón de opciones, multitud de versiones en las que creer o no creer. Que cada cual elija el engaño que mejor le ayude a vivir.

Mario Vargas Llosa
El héroe discreto
Alfaguara 2013


sábado, 2 de noviembre de 2013

Una gloria inmensa e inmotivada

La carrera de Jayne Mansfield se basa en una estrategia defensiva desde el momento en el que se instala en una gloria tan inmensa como inmotivada.

Mansfield llena sus vacíos y cumple con su papel para compensar su falta de esencia. La impostora, la mitómana a la que una madre rígida y exigente había desenmascarado ya en la adolescencia, encuentra en el star system el remedio a su fracaso íntimo.

Todo suceso afectivo aporta material al espectáculo. Con sus miserias elabora fetiches y centenares de artículos de prensa que se acumulan para construir un monumento tan sólido que todavía hoy el nombre de Mansfield ha sobrevivido a los títulos de sus películas.



Simon Liberati
Jayne Mansfield 1967
Éditions Grasset & Fasquelle 2011

La traducción y la adaptación son mías.


Otros artículos en Boquitas Pintadas sobre Jayne Mansfield 1967:

Menos de dos horas antes

martes, 22 de octubre de 2013

Menos de dos horas antes




Menos de dos horas antes (menos de lo que dura un telefilm, menos de lo que duraban sus baños interminables) aquel despojo que yacía sobre el asfalto había estado cantando y bailando y había endosado un cheque de diez mil dólares.

Había comprado tres botellines de soda y había firmado un autógrafo a un admirador a la salida del restaurante The White Kitchen, en el condado de Slidell, Louisiana.

Menos de dos horas antes, Mansfield tenía ingenio, tenía alma, tenía una voz que sabía ser a veces suave y a veces fuerte. Hacía soñar a los hombres de cien países y provocaba conmociones en los aparcamientos de los restaurantes de carretera.


Simon Liberati
Jayne Mansfield 1967
Éditions Grasset 2011

La traducción y la adaptación son mías.

lunes, 14 de octubre de 2013

Perdida

Sí leo best sellers

A menudo debo contestar a esta pregunta:¿Qué pasa? ¿Que no lees best sellers? Pues he aquí la prueba de que sí: he leído Perdida, de Gillian Flynn, que se ha vendido mucho.

Y, de paso, me explico: que un libro se venda mucho o poco no me dice nada sobre su cualidad literaria. Es accidental e irrelevante.

No leo lo que preveo que no me va a gustar. Con tanto para leer como hay por el mundo, ¿para qué voy a perder el tiempo con algo que de entrada no me atrae? Prefiero apostar por lo que creo que sí me va a gustar, aunque a menudo me equivoque, claro.

Perdida, de Gillian Flynn, supuse que me iba a gustar. La recomendaba mucha gente de la que me fío y me la recomendó especialmente mi querido Calamarin, así que una tarde tonta de verano recalé en una librería, la vi en una estantería y la compré. Sin más.


No todo es bueno

Confieso que las primeras páginas no me convencieron. Por un lado, el tono me resultaba irritante; no sé cómo definirlo: ¿listillo?, ¿arrogante? Por otro, los protagonistas eran demasiado intensos para un comienzo. La traducción, además, es floja: abusa de las pasivas y del verbo "soler".

Así y todo, confié en la historia, avancé unas paginitas y algo me atrapó, me retuvo y me mantuvo  bastante entretenida, lo cual, en mi caso, ya es mucho decir, pues cada vez me cuesta más encontrar libros que me enganchen. ¿Qué fue? Quizás la construcción de la narración: precisa, artimética, puede que demasiado medida, pero sin duda eficaz.


¿Sólo cuela si lo dice una psicópata?

Lo que más me ha llamado la atención de Perdida es que su autora ha tenido que vestir el disfraz de una psicópata, se ha tenido que parapetar en una identidad ficticia, para soltar verdades como puños sobre la estupidez humana y las relaciones de dominación.  Y no sé qué pensar de ello.

Gillian Flynn me ha convencido, eso sí, de que todas y todos llevamos un(a) psicópata dentro y me ha enseñado cuán frágiles nos hace la vanidad: las y los vanidosos son (¿somos?) fáciles de aplacar; solo hay que decirles y demostrarles continuamente que son superiores al resto de los mortales.

Se me ocurre, pues, que la gente verdaderamente peligrosa es la que carece de vanidad, porque, si no tienen ese punto débil difícilmente tendrán otro y no habrá por donde pillarlos. Yo conozco a algunas personas así, que no necesitan halagos ni palmaditas en la espalda. Dan verdadero miedo.

Gillian Flynn:
Gone Girl (2012)

Perdida  
Roja y Negra 2013

miércoles, 9 de octubre de 2013

Regreso a Doce Miradas


 Kokeshi girls

¡Cómo pasa el tiempo!

Parece que fue ayer cuando abrimos el blog y debuté y resulta que ¡ya me ha tocado publicar otra vez!

En esta ocasión he decidido resumir en un post todo lo que tenía leído desde hace tiempo de Peggy Orenstein, una señora que investiga y publica cosas muy buenas sobre niñas, princesas y el omnipresente color rosa.

Está a vuestra disposición en Doce Miradas.

Espero que os resulte tan interesante como a mí.

Foto: Kokeshi girls, de Nesha's Vintage Niche en Flickr

viernes, 4 de octubre de 2013

"Una muerte solitaria" en Calibre 38

El sheriff Longmire, la anciana Mari Baroja, su turbulenta familia, varios crímenes, enfrentamientos seculares en el Wyoming profundo, tensiones étnicas, socarronería...

Todo esto y más en Una muerte solitaria, de Craigh Johnson, y en la reseña que he escrito para Calibre 38.

Pasaos por allí a leerla. Es una orden. Del sherif del condado.


Craig Johnson:
Death without company, 2006
Una muerte solitaria
El segundo caso del sheriff Walt Longmire
Siruela/ Policiaca 2012
Traducción de María Porras Sánchez

Otras entradas sobre Una muerte solitaria en Boquitas Pintadas:

La desconsideración de morir en invierno en Wyoming
No has dado ni una, Craig Johnson
Párrafos selectos de "Una muerte solitaria"

sábado, 14 de septiembre de 2013

Claustria

Después de las largas vacaciones que se ha tomado este blog, era de esperar: se me acumula el trabajo.

Ahora os tengo que enviar a Calibre.38, a leer un articulito que he escrito sobre Claustria, la novela de Régis Jauffret sobre el caso Fritzl, el llamado monstruo de Amstetten, de la cual ya os adelanté un par de fragmentitos aquí, en Boquitas Pintadas:



De nazismo y monstruos en Austria

y

La moral serpentea

Echad un ojo, pues, a mi articulito, a ver qué os parece. Hasta pronto.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Poderosas y malvadas en Zinéfilaz


El otro día me topé casual y felizmente en la tele con Rebecca, me inspiró cuatro líneas, las titulé Poderosas y malvadas y las he publicado en Zinéfilaz.

Pasaos por allí si os apetece leerlas.

Hasta prontito.

sábado, 3 de agosto de 2013

Párrafos selectos de "Una muerte solitaria"


Mi voz sonó como si proviniese de un lugar lejano, donde todavía imperaba la razón.

(...)

Me invadía la sensación de que unas plumas me rozaban el interior del pecho, como me pasa siempre que me irrito.

(...)

Resulta difícil mantener la pasión; la amistad, en cambio, tiene un ritmo inextinguible.

(...)

Me quedé mirando al expediente amarillo que descansaba en mi regazo: la materia de la que están hechas las leyendas.

Añado yo: las leyendas, las novelas, las películas, las series de televisión...

Craig Johnson:
Death without company, 2006
Una muerte solitaria
El segundo caso del sheriff Walt Longmire
Siruela/ Policiaca 2012
Traducción de María Porras Sánchez

 Otras entradas sobre Una muerte solitaria en Boquitas Pintadas:
La desconsideración de morir en invierno en Wyoming
No has dado ni una, Craig Johnson

sábado, 27 de julio de 2013

No has dado ni una, Craig Johnson

La lengua vasca, el euskera, tiene cuatro dialectos distintos y muchísimos modos verbales, incluyendo el subjuntivo, dos potenciales, un condicional y un consecutivo.

Craig Johnson:
Death without company, 2006
Una muerte solitaria
El segundo caso del sheriff Walt Longmire
Siruela/ Policiaca 2012
Traducción de María Porras Sánchez

Vamos a ver, Craig Johnson, hijo de mi vida, ¿qué pasa? ¿No hay Wikipedia en Wyoming?
¿Pero dónde te has documentado? ¿En el episodio de MacGyver y los vascos?



[Mila esker, Inma Taboada.]


Otra entrada sobre Una muerte solitaria en Boquitas Pintadas:
La desconsideración de morir en invierno en Wyoming

viernes, 19 de julio de 2013

La desconsideración de morir en invierno en Wyoming

Quienes tenían la desconsideración de morir en Wyoming en pleno invierno se encontraban con metro y medio de tierra congelada que los separaba de su lugar de descanso eterno. Encendían una fogata y dejaban que ardiera durante un par de horas, para derretir el hielo y poder cavar la tumba.

El ataúd tradicional chino es rectangular y tiene tres resaltes. Los chinos nunca entierran a nadie vestido de rojo, porque creen que podría convertirse en fantasma.

Los antiguos egipcios extirpaban los órganos principales y los guardaban en vasijas.

Los vikingos colocaban al muerto en una embarcación con todas sus pertenencias, luego le prendían fuego y dejaban que despareciera en el mar. Para ellos la muerte no era más que otro viaje.

Los mogoles montaban el cuerpo en un caballo para que galopase hasta caer.

Supongo que el trabajo de enterrador te vuelve solitario.



Craig Johnson:
Una muerte solitaria
El segundo caso del sheriff Walt Longmire
Siruela/ Policiaca 2012
Traducción de María Porras Sánchez
La adaptación es mía.

sábado, 13 de julio de 2013

¿W de qué?



Leo en la web de Sue Grafton que el 10 de septiembre saldrá a la venta en los Yueséi W is for Wasted; es decir, la W del Alfabeto del Crimen con mi adorada Kinsey Millhone como protagonista.

Os traduzco el comienzo.

Aquel otoño dos cadáveres me cambiaron la vida. A uno de ellos lo conocía; al otro no lo había visto nunca, hasta que me lo mostraron el la morgue.

El primero era un detective privado de la localidad con no muy buena reputación. Le habían disparado cerca de la playa de Santa Teresa. El otro había estado durmiendo en la misma playa seis semanas antes. Un sintecho, probablemente. No llevaba documentación; solo un papelito con el nombre y el teléfono de Millhone en el bolsillo del pantalón. El juez la citó en el depósito para que si lo identificara. 
Eran dos muertes sin aparente relación entre ellas. Una, por asesinato; la otra, en principio, por causas naturales.

No quisiera estar en el pellejo de la traductora o traductor que tenga que poner el título en español, tan escasas son las palabras castellanas que comienzan por w. El DRAE  apenas ofrece wagneriano, walón, washingtoniano, weberio, westfaliano...

 Lo más criminal y a la vez razonable sería W de Whisky o W de Wolframio. La segunda es más improbable, porque si en la novela no aparece el wolframio para nada, va a sonar forzado.  Lo del whisky pinta mejor, porque, aunque no aparezca en el texto original, tampoco pasaría nada grave si en la traducción pusiéramos a algún personaje a trasegarlo.

¡Ay, madre, qué ideas más perversas estoy dando!

¿A ustedes qué les parece? ¿Se les ocurre algo?
 
Actualización. Señoras y señores de Tusquets: ya hay propuestas viables.

domingo, 7 de julio de 2013

La moral serpentea

En veinticuatro años los tabúes tienen tiempo de licuarse como muñecos de nieve que nunca llegan a la primavera.

La humanidad es frágil. La moral serpentea a través de los siglos. Ciertos valores se olvidan o se redescubren una y otra vez, según las necesidades de alimentación, de producción, de adaptación a las nuevas tecnologías.

En el sótano los valores se transformaron a golpes de dolor, empujados por el eterno encierro, por la infinita distancia que separa la luz de la oscuridad, por la ausencia de tiempo cuando no hay día, cuando es de noche siempre.

En veinticuatro años puede venirse abajo una civilización entera.

Régis Jauffret

Claustria

Éditions du Seuil 2012

La traducción y la adaptación son mías.
Otras entradas sobre Claustria en Boquitas Pintadas: De nazismo y monstruos en Austria

lunes, 1 de julio de 2013

Mussche

Robert Mussche creía firmemente que lo que mueve el mundo es el amor; tuvo tres grandes amores.

Amó a sus dos hijas, que curiosamente se llamaron igual. La primera fue Karmentxu Cundín, la niña de la guerra, la exiliada de Bilbao que Robert acogió en su casa de Gante. La segunda fue su hija biológica Carmen Mussche, a quien bautizó con el mismo nombre de su primera hija en un intento lírico de recuperarla, pues Robert perdió el rastro de Karmentxu una vez que la dictadura franquista obligó al retorno, en bastantes casos involuntario, a muchos de los niños y niñas repartidos por Europa.

El otro amor de Robert fue su esposa Vic Opdebeeck, a quien quiso profunda y desapasionadamente, porque Robert era  idealista, intelectual, sentimental y nada pasional. Para Robert la belleza y la bondad iban de la mano y tenía sus propias ideas sobre lo erótico:

  Pero, Robert, ¿no te parece hermoso el erotismo oscuro de Klimt? ¿No te seduce esa Judith fuerte y poderosa y su desnudez arrogante? 

  Yo prefiero otro cuadro de Klimt, Las Amigas, porque su erotismo tiene más que ver con el sosiego.
Finalmente, el gran amor de Robert, ese amor ideal que siempre persiguió, fue su amigo Herman, su compañero inseparable de juventud.

Herman publicó un libro sobre su relación con Robert y eso provocó el distanciamiento entre los dos amigos; algo frecuente en literatura. Lo mismo le pasó décadas después en otro continente a Jaime Bayly cuando publicó No se lo digas a nadie, que mucha gente se vio reflejada en los personajes y no le gustó su imagen más o menos distorsionada. Así, para disculparse escribió años después Los amigos que perdí

El amor de Robert hacia Herman siempre fue descompensado: Herman siempre se llevó la mejor parte; desde el principio, porque Herman era de familia rica y Robert de familia pobre, hasta el final, porque Herman sobrevivió a la guerra y sobrevivió también a la muerte y al olvido, ya que tuvo una carrera literaria con el seudónimo de Johan Daisne.

Robert siempre amó mucho más de lo que lo amaron. A pesar de que toda la novela es un canto a los afectos, deja entrever un anhelo que no se acaba de colmar:
El amor humano nunca es simétrico. Ni entre amigos ni entre amantes. Ningún amor es justo jamás.

Kirmen Uribe: Mussche, Susa 2012

La traducción y la adaptación de los fragmentos citados son mías.


En español, Lo que mueve el mundo, Seix-Barral 2013


Otras entradas sobre Mussche en Boquitas Pintadas:



viernes, 28 de junio de 2013

Rupturas




Las rupturas no suceden de repente. Suelen ser consecuencia de una herida lejana. Como en los terremotos, las capas tectónicas presionan en silencio unas contra otras, hasta que al final rasgan la superficie.

La razón de las rupturas, el motivo interno, no sabemos nunca muy bien cuál es, al menos mientras no transcurre un cierto tiempo. Y esa razón no suele ser única; un solo desencuentro o un solo enfado no provocan un terremoto. Además, con el tiempo, aquello que tanto nos hirió se va desdibujando, se le difuminan los perfiles, como a las imágenes de las portadas góticas, y ya no nos provoca tanto mal.

Los amigos no se enfadan de repente. Todo lo contrario: la vida los empuja hacia sitios distintos y esa fuerza rompe la amistad, como cuando tiramos de un lado y de otro de una tela y se rasga.

Y entonces pensamos que cómo es posible que aquella persona que en un tiempo nos fue tan cercana esté ahora tan lejos, cómo puede ser que gentes que estaban tan unidas se comporten luego de manera cruel, con rabia, sin compasión, como un amante torpe.
os convierte en seres vivos. Sin esa fuerza, Herman, los humanos no somos nada.

 
Kirmen Uribe: Mussche, Susa 2012
La traducción y la adaptación son mías.
En español, Lo que mueve el mundo, Seix-Barral 2013
 
Otras entradas sobre Mussche en Boquitas Pintadas:



miércoles, 26 de junio de 2013

La búsqueda del tesoro



AndreaCamilleri: La caccia al tesoro, 2010
La búsqueda del tesoro, Ediciones Salamandra 2013
Traducción de Teresa Clavel Lledó

La búsqueda del tesoro es una de esas obras perversas, que empiezan de una manera, te engañan, te acomodan y cuanto más a gusto estás, ¡zas!, te arrean un golpe que te descoloca y te aturde.

Es lo que pasaba en Algo salvaje, la peli de Jonathan Demme con  Melanie Grifith, Jeff Daniels y Ray Liotta. Empezaba como una comedia amable y un poco insustancial, pero, de repente, reparabas en la mirada de Ray Liotta (¡qué mirada la de ese hombre, dios!) y te dabas cuenta de que las cosas habían ido cambiando, que no era broma, que ahí estaban la violencia y el horror.

En esta entrega de Montalbano sucede algo parecido. Al principio es una parodia de esas novelas o películas que particularmente detesto, en las que una malo muy malo y muy astuto pone a prueba al detective y le obliga a desentrañar acertijos y a resolver enigmas endiablados. Todo tiene al principio un tono bufo, burlón, que nos va conduciendo plácidamente a través de varias páginas hasta que, de pronto, se instala la inquietud y luego el espanto.

No falta el elemento repetitivo de las últimas novelas de Camilleri: la jovenzuela deslumbrantemente bella. No he llevado la cuenta de en cuántas entregas de Montalbano surge este personaje con distintos nombres y funciones, pero se ha hecho ya tan habitual como Adelina, Catarella, Ingrid, Mimi o Livia.

Acabo con esta cita impagable que nos regala Montalbano. Os la traigo aquí porque sinceramente creo que os puede ser muy útil en la vida. Es de Donald Rumsfeld, secretario de Defensa de George Bush hijo; cuando, después de haber buscado en Iraq las dichosas armas de destrucción masiva, no las encontraron, este cráneo privilegiado dijo: “La ausencia de pruebas no es una prueba de la ausencia.” De nada.

lunes, 17 de junio de 2013

Lo que mueve el mundo

                ─ Robert, según tú, ¿qué es lo que mueve el mundo? ─le preguntó Herman─. Nietzsche decía que esa fuerza oculta es el poder; para Marx es la economía y para Freud, el amor. Pero, en tu opinión, ¿quién tiene razón? ¿Qué nos mueve? ¿Qué nos empuja?

                ─ ¿Y tú qué crees? ─le espetó Robert para ganar tiempo.

                ─ Yo estoy de acuerdo con Nietzsche: el poder mueve el mundo.

                ─ Yo tengo dudas. Antes pensaba que esa fuerza oscura era la economía; pero no, Herman. Lo que nos empuja es el amor. O al menos eso quiero creer. La palabra alma viene del latín anima, porque, según la cultura romana, eso es lo que nos mueve, lo que nos anima, lo que nos da vida y nos convierte en seres vivos. Sin esa fuerza, Herman, los humanos no somos nada.
 
 
Kirmen Uribe: Mussche, Susa 2012
La traducción y la adaptación son mías.
En español, Lo que mueve el mundo, Seix-Barral 2013
 
Otras entradas sobre Mussche en Boquitas Pintadas: