sábado, 15 de diciembre de 2012

Pauline K



Cuando en septiembre de 2010 abrimos el blog Zinéfilaz, lo hicimos movidas, entre otras razones, por el hecho de que escasean las mujeres que escriben de cine: no tienes más que ojear cualquier publicación o web para darte cuenta de que hay pocos nombres femeninos en la firma de las reseñas.
 
Como sucede en otros ámbitos de la vida, eso no quiere decir que no haya habido nunca mujeres dedicadas a la crítica cinematográfica, no. Las ha habido y algunas muy ilustres y muy influyentes, como esta de la que quiero hablaros hoy: la gran Pauline Kael.
 
Pauline K trabajó para The New Yorker durante casi treinta años, escribió trece libros de cine, se hizo notar por su inconformismo, sus opiniones a menudo contrarias a las de sus coetáneos y sus críticas ingeniosas, incisivas y certeras, reinventó el género y creó toda una estética con su nueva forma de escribir.
 
¿Queréis saber algo más de ella? Adelante. Pasaos por Zinéfilaz.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Van un griego, un italiano y un español y ...

... publican una novela policiaca cada uno.

El griego es, claro, Petros Márkaris, que acaba de sacar a la venta Liquidación final, la segunda entrega de la "Trilogía de la Crisis", que empezó con Con el agua al cuello.

La verdad es que, cuando salió Con el agua al cuello, no recuerdo yo que se presentara como parte de una trilogía ni de nada. Va a ser que, después del sueco ese de las chicas que apagan cerillas con corrientes de aire, ya van a tener que salir las novelas por lo menos de tres en tres.

Quién le iba a decir al bueno de Márkaris que la ruina de su país le iba a llenar los bolsillos. Y lo digo sin mala baba, pues me alegro infinito cuando me entero de que a alguien le van las cosas bien. También le han publicado un ensayo, La espada de Damocles, en el que explica el derrumbe de su país y su efecto dominó sobre Europa. Ya nos adelantó algo de esto cuando se pasó por Bilbao.

El italiano (para más señas, siciliano) es Andrea Camilleri, que también vive horas altas: hace bien poco que retiraron de las mesas de novedades La edad de la duda y ya la remplaza La danza de la gaviota.

El señor Camilleri debe de ser el octogenario más productivo del universo mundo.Tiene incluso los deberes hechos: como ya os conté ha dejado escrita una novela póstuma y en 2012 presentó en sociedad a su sucesor, Carlo Lucarelli. Conjuntamente escribieron Acqua in bocca (Por la boca muere el pez) y pusieron a trabajar juntos a sus investigadores: el comisario Salvo Montalbano y la inspectora Grazia Negro.

El español tampoco está en su peor momento. Me refiero a Lorenzo Silva y a su novela La marca del meridiano. Va a ser un placer reencontrarme con Bevilacqua y con Chamorro (sobre todo con Chamorro, que me cae fenomenal), aunque su anterior peripecia, La estrategia del agua, no acabara de convencerme.

Y ese es, amigas y amigos, el entretenimiento que me espera para las próximas semanas. Me faltan un portugués y un irlandés para acabar el chiste; chiste sin gracia, por supuesto; sin puñetera gracia. 



miércoles, 14 de noviembre de 2012

Los paraísos

No creo en Dios más que en la bonoloto.
Régis Jauffret

Los paraísos son personales e intransferibles, como el carné de identidad.

Hay quien sueña con la vida eterna, con la paz del mundo, con acabar con la pobreza y las guerras. Hay quien sueña con unas vacaciones largas en el Caribe, o con un coche grande. Con pegar un pelotazo en la Bolsa. Con una casa con piscina. Con tirarse desde un puente con una cuerda atada al tobillo.

Yo, por ejemplo, sueño con una vida plácida en una isla remota.

Luciano Ciotola soñaba con entrar en Gran Hermano: huríes, ambrosía, divanes, entrada triunfal en Roma en loor de multitudes y todos tus deseos satisfechos.

¿Por qué va a ser su paraíso peor que el mío?


Reality (Italia, Francia, 2012). Dirección: Matteo Garrone. Interpretación: Aniello Arena, Loredana Simioli, Nando Paone, Raffaele Ferrante, Nello Iorio, Nunzia Schiano, Claudia Gerini, Rosaria D’Urso. Guion: Matteo Garrone, Maurizio Braucci, Ugo Chiti y Massimo Gaudioso. Producción: Matteo Garrone y Domenico Procacci. Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Marco Onorato. Montaje: Marco Spoletini. Diseño de producción: Paolo Bonfini. Vestuario: Maurizio Millenotti. 
(www.labutaca.net)

sábado, 10 de noviembre de 2012

Crimen real y crimen de ficción

La ficción ilumina como las antorchas. Un crimen, en cambio, siempre será algo oscuro. Puede que se detenga al culpable, se descubra su móvil, lo juzguen y lo condenen, pero siempre habrá un espacio de sombra, como el sótano de una casa inundada de sol. 

La imaginación sirve al conocimiento porque es capaz, al mismo tiempo, de ver de lejos y descender a los detalles como si quisiera explorar los átomos. La imaginación tritura lo real, lo tensa hasta romperlo, arrastra con ella deducciones repletas de axiomas intrínsecamente indemostrables.

Pero la ficción miente. Repara las grietas con imaginación, con chismes y difamaciones que inventa para que el relato avance a golpes. Nace de la mala fe como otros nacen amoratados o sin cerebro. 

La ficción, además, es estúpida. Cuando la lógica se ralentiza, salta por encima de la inteligencia como si fuera un obstáculo, la ignora, la desprecia o le propina, sin más, con toda su impertinencia, un puñetazo en la cara. 

La ficción ama los sofismas igual que ama a Gargantúa, grosero y escatólogo empedernido como su padre; a los pequeñoburgueses avaros y ávidos de Balzac; a Homais el boticario pedante y tontorrón; y a Madame Verdurin, vulgar y pretenciosa.

La ficción ama a todos estos zafios que pululan, torpes como paquidermos, por novelas magníficas; diamantes en bruto que atraviesan los siglos y dejan atónitas en sus tumbas a generaciones y generaciones que se suceden con la regularidad de las líneas de metro.


Régis Jauffret: Preámbulo a Sévère (Éditions du Seuil, 2010).
Sévère recrea un crimen real, el asesinato del banquero Edouard Stern a manos de su amante Cécile Brossard. La familia del banquero se querelló contra Jauffret por esta novela. 
La traducción de este fragmento, libérrima, es mía.

lunes, 29 de octubre de 2012

Allen y Camilleri: semejanzas y diferencias

Se parecen en la edad avanzada: Woody Allen tiene 76 años y Andrea Camilleri, unos más que respetables 87. Ya están ambos, pues, por encima del bien y del mal, ya han demostrado todo lo que tenían que demostrar, el uno en el cine y el otro en las letras.

Ya pueden permitirse el lujo de rodar siempre la misma película y de escribir siempre la misma novela. Y, además, como les da la gana: destartalada e incoherentemente, sin preopuparse en absoluto por las convenciones narrativas. Bien. Me alegro por ellos. Todo el mundo querría llegar a ese punto.

Se parecen también en que los dos miran de cara a la muerte. Ellos y sus personajes. El de Allen, en este caso, en A Roma con amor, se llama Jerry, pero se ha llamado antes de muchas otras maneras, ha tenido muchos nombres, casi todos judíos. Está jubilado y no le gusta. Aprovecha cualquier excusa para volver al trabajo. Su mujer le dice que relaciona equivocadamente la jubilación con la muerte. ¿Equivocadamente? No tanto. Ya lo decía Miguel Delibes en La hoja roja: se refería a la hoja roja que en los librillos de papel de fumar avisaba (¿sigue avisando?) de que quedaban pocas hojas y que había que comprar un librillo nuevo. Eso es la jubilación: la hoja roja que te avisa de que te queda poco.

El personaje de Camilleri se llama Salvo Montalbano. No es tan viejo, en La edad de la duda tiene cincuenta y ocho años; todavía está en activo, todavía es policía en Sicilia, pero se siente viejo, se ve achacoso y hace ya varias novelas que en cada entrega se le va la pinza por alguna chica joven. Y despampanante, claro.

En eso vuelve a parecerse a Allen; o a sus personajes: en no sé cuántas películas lo hemos visto emparejado con chicas décadas más jóvenes que él. Claro que lo de la ficción, lo de sus personajes, no es nada comparado con lo real, con la historia del propio Allen y su esposa Soon Yi.

Salvo Montalbano, como digo, no es tan viejo, pero su autor, Camilleri, sí lo es y mira de cara a la muerte. Se dice que tiene escrita una novela para que se la publiquen cuando haya fallecido. Hay quien dice que es una simple operación de marketing. A mí me da que nos tiene preparada una broma macabra.

lunes, 22 de octubre de 2012

Salgado Connection



En Calibre 38 me han publicado este articulito sobre las dos novelas de Toni Hill con el inspector Salgado.

Daos una vuelta por allí a leerlo. Agurrrrr.

viernes, 19 de octubre de 2012

Filadelfia, Pensilvania

En verano pasé una larga temporadita en los Estados Unidos de América, donde, como sabéis, no se puede dar un paso sin que algo te recuerde a una peli. Una espera que esto le suceda en ciudades grandes como Nueva York, Washington o Chicago. No lo espera tanto, en cambio, en sitios más pequeños, como Boston o Baltimore, pero sucede, vaya que si sucede, y a mi me sucedió especialmente en Filadelfia, la gran ciudad del estado de Pensilvania.

 Os lo cuento todo en Zinéfilaz.

miércoles, 3 de octubre de 2012

No espabilamos

"Lo que contaban los pescadores era terrible. A menudo recogían en las redes cadáveres o trozos de cadáveres que arrojaban de nuevo al mar. Restos de cientos y cientos de hombres, mujeres y niños que habían esperado llegar, después de un viaje infernal a través de desiertos y lugares miserables que habían acabado con ellos, a un país donde podrían ganarse un mendrugo de pan.

Para realizar ese viaje se deshacían de sus pertenencias, lo vendían todo, alma y cuerpo, para así pagar por adelantado a los negreros que comerciaban con carne humana y que no vacilaban en dejarlos morir, echándolos al agua a la menor señal de peligro. Y a los supervivientes que conseguían tocar tierra, ¡menudo recibimiento les dispensaban en el país! Los metían en centros de acogida; así los llamaban, cuando en muchos casos eran auténticos campos de concentración.

Y había personas, llamadas vete tú a saber por qué honorables, que, no contentas con eso, querrían verlos muertos; decían que nuestros marinos deberían emprenderla a cañonazos contra sus barcas porque, según ellos, todos eran delincuentes, holagazanes, y transmitían enfermedades. Exactamente lo mismo que les había sucedido a los italianos en América. Pero todo el mundo había olvidado eso."

Andrea Camilleri
La edad de la duda
Ediciones Salamandra, 2012
Traducción de Teresa Clavel Lledó

sábado, 22 de septiembre de 2012

El humor contra la barbarie

Me molesta ser tan vulgar, pero debo reconocer con toda la humildad de la que soy capaz, que es poca, que soy una de esas imbéciles que sufren síndrome postvacacional. Lo que pasa es que, en mi caso, como hago vacaciones tan a menudo, en dura pugna con Carolina de Mónaco, el puñetero síndrome ese me golpea varias veces al año. Unas veces son peores que otras y esta está siendo muy pero que muy mala.

Gracias al cielo, en los últimos años, hacia septiembre u octubre, me organizan cerca de casita La Risa de Bilbao y este año el festival tiene un subtítulo, un lema o como queráis llamarlo, muy atractivo: El humor contra la barbarie.

Muy atractivo, muy fructífero y que me viene muy bien, como terapia, incluso, porque me hace pensar en el humor contra la mala baba, contra la frustración, contra el tedio, contra la vulgaridad, contra la intolerancia, contra el miedo...

Ai, ene!, que decía mi abuela. Menos mal que nos queda el humor.

Echad un vistazo al programa. Yo algunas cositas no pienso perdérmelas. Ya hablaremos.



jueves, 26 de julio de 2012

Bye, bye, me voy


Pues sí, queridas y queridos. Los mismísimos United States of America reclamaban mi presencia desde hacía tiempo y, como no saben esperar, they can't wait, allá que me voy por un tiempito.

Y, claro, os preguntaréis qué demonios, what in the hell, voy a hacer allí. ¿Acaso me necesita Obama en su campaña? ¿Reclama compañía la infanta Cristina? ¿Tendré una aparición estelar, as guest star, en la cuarta temporada de The Good Wife? ¿Precisa Woody Allen clases de español? ¿Precisa Urdangarin clases de euskera?

No, no, no. Como soy una working girl, tengo el tiempo limitado y no puedo satisfy a todo el mundo ni visitar tooooodos los estados, no. Solo me dejaré caer por Washington, Philadelphia, Nueva York, Boston y Chicago, que ya sé que son ciudades, ya; I don't know so much geography, pero tanto como eso... Y también he reservado unos diítas to walk around sin rumbo demasiado fijo por la Costa Este.

Así que, ya saben, as usual, acepto recomendaciones de todo tipo sobre qué hacer, what to do, en todos esos sitios.

Seguro que tendré muchas cosas que contar, a lot of things to talk about, y que estaré deseando contarlas. Os tendré, pues, al tanto de mis andanzas. 

Hasta prontito. Meet you soon!

domingo, 22 de julio de 2012

El quinto día

Maud Tabachnik: Le cinquième jour (El quinto día), 2001

Quien no puede vivir en Nueva York, no puede vivir en ninguna otra parte.

Maud Tabachnik es francesa, escribe en francés y, como ya os conté, ambienta todas sus novelas en los Estados Unidos de América. El prota de El quinto día, por ejemplo, es Stan Levine, neoyorkino, judío y capitán de la policía de su ciudad. Se me hace rarito leer en francés una novela que discurre por el Bronx y la Quinta Avenida, pero eso le da a su vez un toque pulp tierno y agradecible.

Su esposa, Sarah, es publicista y feminista, así que el hombre sufre mucho con los machitos de su departamento y se pasa el día sermoneándolos y explicándoles, en plan Barrio Sésamo, la diferencia entre un marica y un pederasta.

Precisamente se enfrenta Levine a un psicópata que secuestra niñas y no sigo contando lo que hace con ellas, primero, porque no quiero desventrar la novela y, segundo, porque ya sabéis que no me gusta la truculencia.

Así que el bueno del capitán se ve obligado a repasar los bonitos currículos de gente como Jeffrey Dahmer, el carnicero de Milwaukee, y tiene que enfangarse en ambientes de prostitución de menores y tráfico de seres humanos y vérselas con un concejal con debilidad por las criaturitas y otros respetables ciudadanos con dobles o triples vidas.

Pero, en fin, no todo es gore ni ascazo en El quinto día. Tabachnik a ratos se enciende con arrebatadas descripciones de Nueva York, sus barrios populares, sus edificios característicos, el calor peliculero...

¿Qué es en realidad Nueva York? ¿Ese barrio privilegiado de artistas cool y tiendas de moda? ¿O Alphabetville con sus calles desgarradas y sus perceptores de subsidios? ¿El Soho que se vanagloria de imponer sus tendencias en el mundo entero? ¿Bovery y sus sintecho? ¿Broadway que se engancha con la calle 42 y sus sex shop sórdidas? ¿Los vendedores de diamantes de la 49 con levita negra y sombrero de piel? ¿Wall Street, Harlem, el Bronx, Queens? 

Y, de propina, vais a aprender un montón sobre la historia del canibalismo. No os escandalicéis, que nuestros insignes antepasados de Atapuerca ya lo practicaban.

martes, 17 de julio de 2012

Los buenos suicidas

Quiero dar las gracias a Random House Mondadori por hacerme llegar un ejemplar de Los buenos suicidas, de Toni Hill.

Toni Hill, a pesar del apellido que lo emparenta con el ínclito Benny, es catalán de Barcelona, licenciado en psicología y traductor, así que solo por eso, por ser traductor (bueno, por ser licenciado en psicología tambien), ya me cae simpático. Así soy yo de generosa con mis afectos.

A Toni Hill lo conoceréis por ser el autor de El verano de los juguetes muertos, que salió el año pasado y tuvo una buena acogida de público y crítica. Leed, si no, lo que escribía sobre la novela el no menos ínclito Ricardo Bosque en Calibre 38.

En El verano Toni nos presentó a su inspector, Héctor Salgado, mosso d'esquadra, medio catalán medio argentino, divorciado, deportista y fumador.

Ahora, en Los buenos suicidas, Salgado comienza teniendo que hacer frente a la desaparición de su exmujer, que ya es comienzo.

Le he leído por ahí en alguna nota de prensa a Toni Hill que los buenos suicidas son los que no se suicidan. No estoy de acuerdo. Yo creo que son los que hacen que parezca un accidente.

Seguiremos informando.

viernes, 13 de julio de 2012

Cultura Mainstream.


Frédéric Martel:
Cultura Mainstream. Cómo nacen los fenómenos de masas
Taurus, 2011
Traducción de Núria Petit Fontserè

El periodista y sociólogo francés Frédéric Martel (en la foto de abajo) analiza en este libro el predominio de la cultura estadounidense y sus estrategias de difusión. En consecuencia, además de echar un profundo vistazo a la música, la tele y los best sellers, dedica varios capítulos al cine.


He leído con mucho gusto cómo Hollywood se globaliza, cómo las finanzas tienen cada vez mayor peso en las productoras (¡menuda sorpresa!), cómo para muchos productores Internet es veneno y, sobre todo, cómo hoy en los USA las salas de cine tienden a ubicarse en la periferia de la periferia; o sea, no ya en la suburbia, sino en la exurbia.

Martel es sociólogo y se le nota.

Entre tanta cosa interesante no sabía qué destacaros, he empezado a escribir este post tres veces y, a la cuarta, me he decidido por resumiros cómo se organiza la campaña comercial de un largometraje de Hollywood. Preparaos para flipar.

Pero eso será en Zinéfilaz. Allá nos vemos.

martes, 26 de junio de 2012

600


El País (diciembre de 2011): La investigación en ciencia y tecnología sufre un recorte de 600 millones.


RTV (enero de 2012): España alcanza su récord absoluto de parados: 5.237.600.
 
La Vanguardia (febrero de 2012): Las universidades catalanas despiden a más de 600 profesores.

El País (mayo de 2012): Alrededor de 600 detenidos en Montreal durante la protesta estudiantil contra la subida de las tasas universitarias.

El Universal (junio de 2012): Acapulco espera 600.000 visitantes este verano.


Y esta es mi entrada número 600. Va por ustedes.

miércoles, 20 de junio de 2012

Mar de fondo


A Patricia Highsmith la he leído siempre desordenadamente: una novelita suelta por aquí; años después otra que me han prestado por allá; luego una que tenía por casa… 

Ahora ha caído en mis manos por casualidad Mar de fondo (Deep water, 1957) y me ha dejado el mismo buen sabor de boca que todas sus novelas (y también las pelis). Según la leía, me he encontrado a mí misma a menudo exclamando: “¡Pero qué buena es esta tía!”. 


Y otra casualidad: el sábado 16 de junio, en Babelia, Rosa Montero publica un articulito titulado "Las mujeres matan más" y dice que "la monumental Patricia Highsmith (...) es una/uno de los grandes escritores del siglo XX." En el artículo Rosa Montero le da caña a esa idea tonta de que las mujeres somos seres angelicales, como ya hice yo en un post antiguo.

Mar de fondo tiene por protagonista a un asesino psicópata. Pero es un asesino psicópata de los buenos: un tipo afable, de impecables modales, ciudadano ejemplar, apreciado en su comunidad, padre devoto, hombre refinado y cultísimo… Como esposo no le van tan bien las cosas, pero la culpa es toda de su mujer, Melinda, un personaje tremendo, bovaryano, de esos que Highsmith construye tan bien: superficial, borrachina, hombreriega, nada maternal, nada amiga de sus amigas… Es una mujer que desprecia a las demás mujeres, que ni siquiera sabe de qué hablar con ellas; se resiste a ser lo que esperan que sea.

Volviendo al asesino, a su marido, Vic, resulta curioso que mate “queriendo sin querer”. Mata a alguien a quien odiaba sin saber que lo odiaba. Creía simplemente que lo despreciaba y se descubre odiándolo y queriendo matarlo precisamente cuando lo mata, en cuanto tiene ocasión de hacerlo.
Sabe también que, si de repente frena ese impulso inicial de matarlo, no sucederá nada, todo quedará en un susto, en una broma desagradable. Pero no lo hace, no se detiene y “sin querer queriendo” lo mata.

Todo esto sucede en una pequeña y plácida población americana, en una suburbia ideal, con niños, jardines, piscinas y cenas entre parejas y eso hace que todo resulte más siniestro.

En fin, que, dado lo bien que me lo he pasado, me propongo leer a Highsmith enterita, por riguroso orden cronológico y como Dios manda. Y os lo contaré todo, claro.

jueves, 14 de junio de 2012

V de Venganza


Le oí decir a Sue Grafton hace unos años, en Barcelona, que siempre intentaba no repetirse, ensayar algo nuevo en cada novela y, claro, como el Abecedario del Crimen ya toca a su fin (¡oh, dioses!, ¿qué haré tras leerme la Z?, ¿empezar de nuevo por la A y releer todas las novelas, una tras otra, por siempre jamás?), tiene que experimentar con las técnicas narrativas y en V de Venganza hace algo que nunca hacía en sus primeras novelas y empezó a hacer hacia la S de Silencio, si mal no recuerdo: intercalar capítulos en los que no aparece la protagonista, la investigadora privada Kinsey Millhone, y se relacionan solo remotamente con ella.

Así, aparecen varios personajes, en apariencia inconexos, que luego acaban encajando en la historia que investiga Kinsey. ¿Y qué investiga esta vez Kinsey? Pues algo que nos resulta a todos familiar: una red de delincuentes que roba artículos de lujo y los vende en otros países. Nos resulta familiar porque nos enfrenta a nuestras conciencias: esa tendencia nuestra rácana y cutre de ir tras los mejores precios nos lleva a consumir productos robados, esto es, a alimentar a mafias de delincuentes, o productos baratos fabricados en serie “en algún país donde no se aplican las leyes de protección laboral de menores”.

Otra cosa nueva de V de Venganza es que uno de estos personajes periféricos nos ofrece por primera vez una descripción de la investigadora Kinsey Millhone vista por ojos ajenos. En todas las novelas es frecuente que Millhone, según narra en primera persona, nos hable de su pelo o su ropa. Aquí, como digo por vez primera, nos la presenta un narrador omnisciente en tercera persona que nos da el punto de vista de un personaje:
 
Una mujer joven salió de la cabina: vaqueros, jersey negro de cuello alto y un gran bolso de piel blanda. Dante la miraba absorto. Rondaría la treintena, más niña que mujer en su opinión. Tenía los huesos pequeños y una desgreñada mata de pelo oscuro que seguro que se cortaba ella misma. Ojos de color avellana y nariz ligeramente torcida. Dante vio que la mujer había recibido algún que otro golpe.

A pesar de las novedades y de esa inquietud de Grafton por ofrecernos siempre algo nuevo, Kinsey Millhone sigue encerrada en la década de 1980, un tiempo en el que las fotos solo se podían ver una vez reveladas y los formularios se rellenaban a máquina. Sigue también, gracias al cielo, con la lengua tan afilada como siempre y nos regala pasajes como estos:

La miré detenidamente, disfrutando de la aversión que me provocaba. Observar a alguien que te cae mal es casi tan divertido como leer una novela malísima: es posible experimentar un placer malsano con cada párrafo descabellado.

A las tres de la tarde comenzó el éxodo de vehículos de lujo que fueron desfilando uno a uno colina abajo desde la Academia Climping. Cuando yo iba al instituto, viajaba en transporte público. En aquellos tiempos, los adolescentes no gozábamos de derechos ni sentíamos que los mereciéramos. Sabíamos que éramos ciudadanos de segunda, completamente a merced de los adultos. Había chicos que tenían coche propio, pero no era lo normal. Al resto ni se nos ocurría quejarnos. Aquellos jóvenes que pasaban ante mí, más que mimados, parecían ajenos a lo afortunados que eran.

El agente P. Martínez era alto y corpulento. Iba equipado de pies a cabeza con todos los complementos reglamentarios: placa, cinturón, arma enfundada, porra, linterna, llaves y radio. Era como un ejército de un solo hombre, dispuesto a enfrentarse a lo que fuera, con un equipo completo de objetos disuasorios contra malhechores. Todos esos cacharros confieren un aire sexy a un hombre. A una fémina, en cambio, solo le hacen parecer más gorda. Me sorprende que haya mujeres que se presten de manera voluntaria a ofrecer semejante aspecto.

Tu marido es abogado. Todos sus amigos lo son y, si no, conocen a otros abogados cuyo único objetivo en esta vida es impedir que los bienes conyugales acaben en manos de mujeres como tú.

La siguiente novela del Abecedario del Crimen será la W, de la cual todavía Grafton no dice nada en su web (www.suegrafton.com). Ni siquiera avanza el título, que ya supongo que dará problemas a su traductora; a no ser que hable de wolframio.

domingo, 10 de junio de 2012

Virginie Despentes: "Apocalypse Bébé". En los límites


Ese sintagma preposicional (“en los límites”) se puede aplicar a Virginie Despentes en varios sentidos. Yo ahora me refiero a su novela Apocalypse Bébé (Éditions Grasset & Frasquelle 2010), que recibió el premio Renaudot en 2010 (en 2011 lo recibió un viejo amigo de este blog: Limonov, de Emmanuel Carrère); la misma contraportada de Apocalypse Bébé  lo dice: se trata de un relato a medio camino entre el polar y el road book

Voy a arrimar el ascua a mi sardina y os voy a contar qué tiene Apocalypse Bébé de negra, policiaca o criminal. La protagonista es Lucie Toledo, una detective precariamente empleada en la agencia Reldanch (chandleR), a la que las cosas profesionalmente no le van bien:

Hoy en día cobro lo mismo que hace diez años. Y sé que la próxima vez que me encuentre sin trabajo, seré ya una mujer madura sin cualificación profesional. Por eso me aferro a este empleo como si mi vida dependiera de ello.

(La traducción y la adaptación son mías)


Ni siquiera en su propia agencia está Lucie bien considerada, de manera que solo le encargan trabajos de vigilancia de adolescentes de cada vez menos años. Ahora, por encargo de su terrorífica abuela, vigila a Valentine Galtan, una quinceañera ninfómana, adicta a la cocacola e hiperactiva, y lo hace con tan mala suerte y tan poca pericia que la mocosa le da esquinazo en el metro.

Pero no hay mal que por bien no venga, pues ahora Lucie sube de categoría y ya pasa a buscar a una desparecida.

Seguiremos informando.

lunes, 4 de junio de 2012

Párrafos selectos de "I de Inocente"

El barrio entero parecía la personificación de la pusilanimidad.
¡Ji, ji, ji! Solo a la perversa de Grafton se le ocurre llamar a todo un barrio pusilánime. Pero es terriblemente gráfico y efectivo. ¿A que sí?

Bajó la voz y adoptó ese tono imperioso que se emplea con los perros extraviados y las mujeres.
Me encanta cuando se pone maligna.

Divorciarse está resultando un mal negocio para las mujeres últimamente. Por cada hombre que afirma que ha sido víctima de una tunanta, conozco a seis, ocho, diez mujeres esonómicamente estafadas.
Pues me alegro de que lo digas, Kinsey, querida, porque el folclore popular va en otro sentido, en sentido contrario al de la realidad, para ser exacta.

He comprobado que los ricos se dividen en dos clases: los que tienen mucho dinero y los que tienen mucho más.
Así es. A los pobres nos sorprenden los casos de ricos que estafan y delinquen por dinero, porque pensamos que deberían contentarse con lo que tienen. Pero no: comparados con Bill Gates, son pobres y, como decía Wallis Simpson, "Nunca se tiene suficiente dinero ni se está suficientemente delgada".

El lujo es una carga que solo las mujeres hermosas pueden soportar con firmeza.
A veces se pone en un plan que parece Coco Chanel.




viernes, 25 de mayo de 2012

Frederica

El pasado 5 de enero, víspera de los Reyes Magos, mientras servidora de ustedes desfilaba vestida de mamarracha en la Cabalgata de Sus Majestades, un poco más al Oeste, en La Mesa, California, murió a la respetabilísima edad de 111 años y 183 días, Frederica Alexandrina Sagor Maas, periodista, guionista y escritora norteamericana con una historia vital y laboral fascinante.

 ¿Queréis saber un poco más sobre ella? Adelante. Pasaos por Zinéfilaz. Os espero.