sábado, 20 de agosto de 2011

Segunda crónica mariense

Lee mi anterior Crónica mariense y Las chimeneas de Santa María.

Esta isla de Santa María se vende en la publicidad turística como "a ilha do sol" y es cierto que tiene el clima más seco, cálido y soleado de las Azores. Lo del sol lo garantizo: el otro día me quemé estando a la sombra.

Eso tiene sus inconvenientes, claro: el principal, que el paisaje, en buena parte de la isla, concretamente en el Este, no es el verde exuberante y lujurioso de las demás.

También, puesto que en las islas Azores apenas hay playas, la venden como la isla de las bahías de arena blanca, lo cual no es del todo cierto. Bahías sí que hay, y maravillosas. Esta de la foto, por ejemplo, es la de San Lourenço, que sigue siendo bonita aunque esté en obras.

Y esta otra es la de Maia.
Hay más: la de Anjos y la de Praia. En todas se ha respetato el equilibrio medioambiental y la arquitectura tradicional azorense: no han permitido, por ejemplo, construir hoteles grandes. Solo hay apartamentitos, algún alojamiento rural y muchas casitas de veraneantes. En cuento a los arenales, en realidad, la única bahía que tiene arena, como su nombre indica, es la de Praia.

Lo que quería decir es que, puesto que esta isla se vende como "de sol y playa", pensaba yo que sería mucho más turística, pero no, qué va. Solo tiene tres hoteles (los tres en la capital), una hospedaria (también en la capi), un bloquecito de unos seis apartamentos en Praia y un par de establecimientos de turismo rural.

Hay poquísimos restaurantes: una docena escasa en toda la isla y, aun así, a veces me los he encontrado semivacíos.

En verano, dos veces por semana, un barco tarda cuatro horas en llegar y otras cuatro en volver a San Miguel, que es la isla más cercana y del aeropuerto solo parten vuelos a San Miguel y a Lisboa.

A Santa María no llegan periódicos. Solo en el aeropuerto se consigue algún diario portugués del día anterior, pero no siempre, así que olvídate de la prensa internacional.

En fin, que no es este el Benidorm azorense que me imaginaba. Y no lo lamento en absoluto. Para nada echo de menos las multitudes. Nací en la localidad con mayor densidad de población de Europa, así que considero un lujo sentarme sola en silencio frente al océano.

8 comentarios:

Peke dijo...

Sí, sentarse en silencio frente al océano es un verdadero lujo.
¿Para cuando una visita a Ribeira, Noe?

Noemí Pastor dijo...

Me lo pensaré, PEKE, pues hace muchísimo tiempo que no voy a Galicia. Se me ocurre que el lujo es el silencio y la soledad frente a las olas.

humo dijo...

Soy mediterránea de natural, pero tus crónicas me dan envidia...

Uno dijo...

Efectivamente para los que vivimos en ciudades muy pobladas la soledad y el silencio son un lujo muy apetecible. Por eso me ha gustado siempre Madrid en Agosto a pesar del calor. Por eso odio a Benedicto que me ha robado la calma. Por eso, si no tuviera albañiles en casa, volaría raudo a tus brazos (o a cualquier otro lugar de Santa María que me recomiendes).

Un abrazo

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Veoy leo que lo estás pasando bien, tranquileta y disfrutando del paisaje. Disfruta mucho y manda un poquito de fresquito pa Andalucia, ¡Ufff que caló, me voy a cocer!!
Besicos muchos.

Noemí Pastor dijo...

HUMO, a mí también me gusta mucho el Mediterráneo, pero me temo que y lo hemos echado a perder. Esto, sin embargo, permanece.

Noemí Pastor dijo...

UNO, cuando quieras venir a Azores, me dices y te cuento lo que de verdad me gusta; y todo lo demás.

Noemí Pastor dijo...

CASA, esto no es Andalucía, ni mucho menos, pero tampoco sobra el fresquito; tendremos una media de 30 grados o así. No hace frío, claro, tampoco ahoga el calor, pero el sol pica. Besos.