jueves, 30 de octubre de 2008

El meme de los placeres



Me lo rebotó Mak y no me pude negar. Así que, sin más, ahí van mis seis pequeños placeres cotidianos.


1.- Tumbarme en el sofá a ver programas estúpidos en la tele.


2.- Leer en la cama.


3.- Hacer sudokus.


4.- Ducharme después de sudar a gotorrones en el gimnasio y que el chorro del agua me dé en la nuca.


5.- Caminar por Bilbao sin prisa.


6.- Decir barbaridades y reírme con gente cómplice.



Se lo paso a Kaplan, Peke, Agatha, Álvaro il gondoliero, Iñaki Murua y Calamarin. Besos y placer para todo el mundo.


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martes, 28 de octubre de 2008

Cuando el antro sagrado cierra


Lawrence Block: When the Sacred Ginmill Closes, USA 1986
Cuando el antro sagrado cierra
La factoría de ideas, 2008
Traducción de Ester Mendía Picazo

Me traje de Gijón tres novelitas de Block: una que ya había leído en la biblioteca pública y otras dos que tenía sin leer. La primera que ha caído es ésta, Cuando el antro sagrado cierra.

¿Qué pasa en esta novela? Pues que, años después, el ex policía Matt Scudder nos cuenta qué sucedió en el verano de 1975, cuando todavía bebía y su mundo se reducía a la habitación de hotel que era su hogar, las visitas periódicas de sus hijos, algún ligue de vez en cuando (¡qué poco mujeriego es este Scudder!) y, sobre todo, tres garitos: el Armstrong's, el Morrissey y el Miss Kitty; el triángulo que encerraba su vida.

Ese triángulo se complementa con otro: el de los tres casos que investiga. Bueno, ya sabéis que Scuder en realidad no investiga: acepta dinero a cambio de favores, anda por ahí, charla, pregunta, fisgonea y, de paso, se toma una copa. Así hasta que se le ocurre algo.

Lo bueno de Block es que ni asombra ni defrauda. Una ya sabe qué va a encontrar en sus libros: justo lo que busca. Lo disfruta y lo agradece. ¿Qué más pedir? Casi todas las historias son iguales e igualmente apasionantes: personajes peculiares, diálogos efervescentes, escenarios míticos (Block es neoyorquino militante) y ambiente setentero impagable. Si Block no es el mejor, que podría discutirse, está sin duda entre los clásicos y entre los mejores.

Las traducciones de sus novelas al español, en cambio, están lamentablemente desperdigadas por varias editoriales y publicadas en desorden cronológico. A ver si esta buena gente de La factoría de ideas le pone remedio. Las y los adoradores de Block les estaremos muy agradecidos.


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domingo, 26 de octubre de 2008

La inteligencia es relativa


Así se subtitula Quemar después de leer, en referencia a la inteligencia en general, y a la Agencia de Inteligencia (o sea, la CIA) en particular.

A mí los Coen no me han defraudado nunca y ésta vez no iba a ser la primera. De esta peli me maravilla sobre todo lo bien que están los actores en sus personajes: todos en su justo punto de histrionismo, ridiculez y verosimilitud.

De hecho, creo que ésta es la única vez que he visto bien (como actor, claro) a Brad Pitt, exceptuando quizás aquel glorioso debú en Thelma y Louise. Suelo ir al gimnasio y sé de lo que hablo. Me gusta también que se cachondee de sí mismo y se haga llamar Black, como en aquella película estupidísima en la que interpretaba a la Muerte. Enhorabuena, Pitt: no todos hacen ese recorrido de lo alimenticio a lo genial.

George Clooney está también estupendo como adicto simplón a las pulsaciones elevadas. Tilda Swinton cada vez es más mi ídola: qué papel tan goloso de zorra implacable. De Frances McDormand qué voy a decir: que borda esos personajes, como el de Fargo, de tontorrona que acaba saliéndose con la suya.

Me ha parecido también impagable la ambientación de la embajada rusa en Washington: pura estética televisiva setentera, con humo de cigarrillo y todo (¡aaay, qué nostalgia!), de guerra fría en blanco y negro, de cuando los espías tenían algo que hacer de verdad, hacían llamadas con teléfonos de baquelita negra y en las cabinas los mensajes se autodestruían en diez segundos: nueve, ocho, siete, seis...

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miércoles, 22 de octubre de 2008

Si yo fuera rica


Recojo el guante al señor Kaplan, habitante único de Itaca, que me pide cinco excentricidades que cometería si tuviera una bolsa de monedas de oro que no se vacía nunca, como las había en los cuentos de hadas de mi infancia. Se me ocurre que el equivalente actual sería una tarjeta de crédito sin fondo, ¿no?

Debo confesar, señor Kaplan y demás lectoras y lectores de este humilde blogsito, que más de una vez he solazado la mente pensando en cómo sería mi vida si no tuviera que trabajar para ganarme el sustento. Ahora bien, excentricidades, lo que se dice excentricidades, no se me ocurre ninguna. Bueno, qué se yo, quizás a ustedes les parezcan excéntricas algunas de estas cinco propuestas de la buena vida:

1.- Si yo fuera rica, me levantaría de la cama con el sol. Nunca antes. Es decir, en verano, más temprano; en invierno, más tarde.

2.- Me moldearía el cuerpo como Madonna.

3.- Colaboraría con una o varias causas políticas de ésas que hacen que la gente te odie, no de las que santifican.

4.- Escribiría.

5.- Me perdería en una de mis islas del alma.

Paso la bola a Casa, Mita, Malvi, Alberto López y MJ Lamora.

Para ilustrar esta entrada, he puesto el cartel de un filme francés de 2002 que se titula igual. Fijaos en que trabaja la hermana de la Primera Dama de Francia. Un respeto.


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sábado, 18 de octubre de 2008

Vicky Cristina Barcelona


Ser la última en ver un estreno tiene su lado malo y su lado bueno. El lado malo es que no le descubres a nadie nada. El bueno, que ya has leído todo lo que han escrito los demás, te elevas sobre sus palabras y te haces la listilla.

No es mi caso. Fui a ver VCB sin haber leído apenas una crítica. Sólo sabía que, en general, había defraudado y que nadie la catalogaba entre lo mejor de Allen.

Y la cosa empezó mal. El comienzo de la película me pareció una cansina colección de tópicos, con una ambientación relamida y falsa (¿a los londinenses también les parecería que Scoop daba una versión estereotipada de su ciudad?) y unos diálogos que no hacían avanzar nada, a pesar de la ayuda del narrador.

Tarda mucho Allen en desdoblar a los personajes. El dibujo esquemático del principio (la racional, la aventurera, el artista vividor) se mantiene durante demasiado tiempo. Sólo cuando se rompe, cuando todos empiezan a mostrar sus contradicciones y neuras, reconoce una de verdad a Allen, al que yo veo agazapado en el interior del personaje de Cristina y su anhedonia, su insatisfacción permanente, su incapacidad para ser feliz.

No he tenido más remedio que ver la versión doblada y me he quedado con la sensación de que me han robado la película: uno de los principales encantos era el juego de lenguas entre el español y el inglés, el contraste entre españoles y americanos, y ese ingrediente indispensable (¿La sal?), que habría dado mucho juego y añadido mucha gracia, se va al garete con el innecesario doblaje.

Lo que más me ha gustado de VCB ha sido Penélope Cruz, esa chica a la que tanta gente pone pingando. Yo creo que es bellísima y una excelente actriz, aunque en Hollywood no haya tenido ocasión de demostrarlo. Su personaje es el que alegra la trama, el que pone el toque irracional que, contradictoriamente, nos da la razón, el porqué de todo. Cautiva esa mujer con una mente tan poderosa que se vuelve contra ella misma.

Y, finalmente, por si alguien no la ha visto todavía, que sepa que apenas se va a reír.


miércoles, 15 de octubre de 2008

Gotzon Garate y la novela policiaca

Encuentro por casa un artículo de hace ya unos cuantos añitos. Lo escribió y publicó Gotzon Garate en el numero 105 de la revista Jakin. El artículo se titula Los comienzos de la novela policiaca en lengua vasca y cuenta cosas que quiero compartir con ustedes.

Empieza diciendo que la novela policiaca es lo que más se lee en el mundo, el género literario que más gusta a la gente en general. La consume todo tipo de personas: con estudios, sin estudios, con dinero, sin dinero, y de todas las edades. Al año se publican miles de novelas policiacas y se venden millones de ejemplares en todas partes: además de librerías de pueblos y ciudades, kioscos de estaciones y aeropuertos y de la misma calle.

Las novelas policacas nos gustan a tantísima gente porque nos sacan del aburrimiento cotidiano, nos despiertan la curiosidad, son fáciles de leer y tienen mucha acción y mucho diálogo.

Quizás sea esa popularidad del género la culpable de que se haya considerado subliteratura. Garate, por supuesto, no está de acuerdo con tal opinión. Cree que hay muchas novelas policiacas execrables, pero porque hay muchas novelas policiacas en general. Lo mismo sucede con otros géneros muy cultivados: con las novelas románticas, por ejemplo.

Hay novelas de detectives que han alcanzado las cumbres literarias. Para Garate, Crimen y castigo entra de lleno en el género policial, con el añadido del toque de genialidad de Dostoievsky.

Charles Dickens también tiene La casa desierta, con el detective Bucket, y El misterio de Edwin Drood, que dejó inacabada.

Faulkner es en opinión de de muchos especialistas uno de los mejores escritores del siglo XX. Pues bien, en Santuario hay trabajo detectivesco tras el asesinato de una muchacha, e Intruso en el polvo puede considerarse una novela de suspense.

Tiene también todas las características del suspense Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez. Y El nombre de la rosa, de Umberto Eco, ocupa el puesto número 13 en la lista de las 100 mejores novelas policiacas elaborada por la Crime Writers Association (1).

El autor preferido de Garate es Chandler; admira sus descripciones enérgicas y coloristas, sus diálogos agudos y sus ambientes oscuros y amenazantes.

Luego pasa a hablar Garate en su artículo de la historia de la novela policiaca en lengua vasca, historia de la que él mismo forma parte, pero eso vamos a dejarlo para otro día.

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(1) Éstas son las diez primeras: 1.- La hija del tiempo, de Josephine Tey. 2.- El sueño eterno, de Raymond Chandler. 3.- El espía que surgió del frío, de John le Carrée. 4.- Gaudy Night, de Dorothy L. Sayers.- 5.- El asesinato de Rogelio Ackroyd, de Agatha Christie. 6.- Rebecca, de Daphne du Maurier. 6.- Adiós, muñeca, de Raymond Chandler. 7.- La piedra lunar, de Wilkie Collins. 9.- The Ipcress File, de Len Deighton. 10.- El halcón maltés, de Dashiel Hammet.

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lunes, 13 de octubre de 2008

Gotzon Garate. In memoriam


No me gusta tener el blog pegado a la actualidad, porque es una forma de esclavitud, pero el fallecimiento de Gotzon Garate, el miércoles pasado, 8 de octubre, a la edad de 74 años, en Bilbao, me ha tocado el corazón y, a modo de homenaje, quiero poner unas líneas sobre este buen hombre.

La mejor definición de Garate la hizo el otro día el presidente de la Academia de la Lengua Vasca, Ander Urrutia: dijo que era un todoterreno y no le faltaba razón, pues Garate tenía un currículum de caerse de espaldas.

Veamos. Se doctoró en Filosofía en Madrid, se licenció en Teología en Innsbruck y en Filología Románica en Deusto y se especializó en marxismo en Friburgo. Hablaba nueve lenguas. Colaboró con montones de revistas y publicó más de treinta libros sobre lingüística, literatura, Lenin, Marx, Mao, Rosa Luxemburgo... En una de sus obras más conocidas, Refranes, recopiló 30.466 expresiones en vasco, español, inglés y latín.

Pero yo voy a destacar aquí otras dos cosas sobre Gotzon Garate. La primera, que fue uno de los precursores de la novela negra en lengua vasca, con obras como Esku leuna (1977), Izurri berria (1982) o Alaba (1988), y creó a los detectives Jon Bidart y Haitz Zumeta.

Y la segunda, un librito delicioso, New York, New York, que publicó en 1988. Garate enseñaba durante el curso en la Universidad de Deusto y en verano se iba a Manhattan, concretamente al depauperado barrio de Washington Heights, donde colaboraba en una misión jesuita. Allí tuvo contacto con gentes que, siendo creyentes o no, se acercaban a contar sus problemas: drogadicción, abandono, delincuencia, sida y mucha mucha soledad. Así construye Garate, sin pizca de morbo ni paternalismo, quince relatos apasionantes sobre el lado chungo y salvaje de la Gran Manzana.

Que alguien me corrija si me equivoco, pero creo que, lamentablemente, ninguna de sus obras está traducida. Transvasarlas a otras lenguas sería un bonito homenaje, ¿no?


P.D. La foto, que sirve al mismo tiempo de promoción turística de Bilbao, es de eitb24.com.


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miércoles, 8 de octubre de 2008

El mundo según Süden


Hablábamos ayer de Friedrich Ani, el de la foto, que es un escritor alemán, hijo de polaca y de sirio. Este dato no viene a cuento, lo sé, pero me apetecía darlo.

Según la Deutsche Wikipedia, Ani ha escrito diez novelas con el inspector Tabor Süden como protagonista. La primera es La promesa del ángel caído, que salió en Alemania en 2001. También es lo primero de Ani que he leído yo y sabe el cielo que no será lo último.

El inspector Süden es un tipo peculiar que narra en primera persona y suelta de vez en cuando cosas que merece la pena repetir. Así que os voy poner unos párrafos selectos, para que disfrutéis conmigo. Allá van.

La verdad no es lo contrario de la mentira. La verdad pertenece a otra categoría. La mentira forma parte de la verdad. Y por eso a veces es difícil comprender las situaciones, comprender a la persona y la habitación que lleva consigo a todas partes y en la que sólo ella sabe orientarse. Si no comprendemos la clase de habitación en la que vive una persona, no comprendemos nada. Y entonces tenemos que conformarnos con la variante de la verdad que más nos tranquiliza.
(...)
Era uno de esos bares en los que el sol se queda fuera, como un perro obediente.
(...)
El entierro estaba llegando a su fin y empezaba la parte agradable. Cuando se hablaba del muerto. Y se lo elogiaba. Y había carcajadas. Y el cadáver empezaba por fin a tener sentido.
(...)
Soy un hombre que sobrevalora su soledad y a veces pierde el equilibrio hormonal. Mi trabajo sólo me sirve para aguantarme a mí mismo. Me gusta porque me obliga a mantener un orden.
(...)
¿Cuántas veces puede rompérsele a alguien algo dentro, hasta que ya no queda nada entero? ¿Cuántas veces? Muchas.
(...)
La gente que está determinada a rehacer su vida en un lugar lejano no suele fallar en el empeño. Algunos necesitan varios intentos; a algunos les fallaba el plan y volvían a la casilla cero, seguían su estilo de vida habitual y hacían creer a todo el mundo que habían vuelto al buen camino y lamentaban sus descarríos. Pero en realidad lo que hacían era acumular fuerzas. E información. Y pulir sus planes, sus argucias. Y luego, un buen día, aparecía una carta sobre la mesa, idéntica a la primera, quizás añadiendo: "No me busquéis, porque esta vez no tendréis ninguna oportunidad." Y de nuevo a los familiares se les caía el mundo encima, un mundo cuyas grietas habían intentado tapar sin éxito.

¿Qué? ¿Qué os parece?


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lunes, 6 de octubre de 2008

Más vale tarde


Demasiadas veces había aplazado mi primera cita con Friedrich Ani y su inspector Tabor Süden, pero por fin se produjo el encuentro, y fue feliz.

Süden es un personaje construido con los mejores retazos de sus antecesores. Es lacónico y bastante borracho, como Scuder; tiene una novia siempre ausente y malhumorada, como Montalbano; tiene olfato, especiales dotes de observación y ese tipo de intuición, dizque femenina, que no consiste más que en fijarse y sacar conclusiones.

Es curiosón, casi cotilla, no abandona los casos, aunque se lo ordenen, hasta que no encuentra una explicación que lo satisfaga. Tiene cuarenta y cuatro años. Cita a The Sweet, Kris Kristofferson y Dylan (Los setenta eran una de las pocas cosas imperecederas que todavía quedaban). Va siempre mal vestido y sin afeitar, parece ser que tira a gordo y tiene un toque extravagante: comete esas pequeñas locuras que todos hacemos y no confesamos para que no nos tomen por tontos o pirados.

Como narra en primera persona, tenemos total acceso a su desastrosa vida personal, no menos destartalada que la de su compañera Sonja y su buen amigo Martin. Comparten todos un jefe perfecto y relamido al que sacan de quicio para regocijo de los lectores.

Süden trabaja en el departamento de desaparecidos de la policía de Múnich y eso, al menos en esta novela, no le hace verse las caras con grandes criminales, sino con gente vulgar: adolescentes revoltosillas, tenderos aburridos y amas de casa convencionales, cada uno con su particular infierno doméstico en el que las llamas alcanzan considerables alturas, no se crean.

Bueno, dirán ustedes, mucho has hablado del personaje, pero la historia ¿qué? Pues la historia no está a la altura: se contiene mucho, apenas avanza en los primeros capítulos, se deja adivinar (¡menos mal!) sin pretendidas revelaciones inesperadas y luego, muy al final, estalla a borbotones quizás demasiado melodramáticos.

Para acabar, la ciudad de Múnich (no la conozco; habrá que ponerle remedio inmediatamente) se hace también protagonista y la traducción de Joan Parra solventa airosamente varios problemas peliagudos del transvase alemán-español.

Otro día os pongo unos párrafos selectos. Hasta prontito.

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viernes, 3 de octubre de 2008

El meme del alfabeto


Este meme también lo vi discurrir por diferentes blogs en inglés y, aunque nadie me lo pasó, decidí apropiármelo por toda la face y porque sí. De manera que lo inauguro después de haberlo robado, cosa que, fuera de la blogosfera, es delito, así que no lo hagáis.

En fin. Consiste en rellenar el alfabeto con nombres de escritores y escritoras que nos gustan. No tiene, pues, ninguna complicación. Se lo dedico a la G de Grafton, Sue, que inventó El Alfabeto del Crimen, y se lo paso, con todo mi cariño, a quien lo quiera coger.
Vamos allá.

A de Austen, Jane.
B de Block, Lawrence, y de Bayly, Jaime.
C de Camilleri, Andrea.
D de Dörrie, Doris.
E de Ellroy, James.
F de Fajardie, Frédéric.
G de Grafton, Sue, of course.
H de Himes, Chester.
I de Izzo, Jean-Claude.
J de Jonquet, Thierry.
K de Kahdra, Yasmina y de Kureishi, Hanif.
L de Le Roy, Philip.
M de Márkaris, Petros.
N de Noll, Ingrid.
Ñ de ñadie.
O de Opell, Jean-Hugues.
P de Puig, Manuel (mi santo patrón), Paretsky, Sara y Padura, Leonardo.
Q de Quiroga, Horacio, que también debería figurar, aunque no suele hacerlo, entre los cultivadores del relato tirando a negro.
R de Rendell, Ruth.
S de Silva, Lorenzo.
T de Tolstoi, León.
U de Urretabizkaia, Arantxa.
V de Vargas Llosa, Vázquez Montalbán y Vallejo, Fernando. Esto es trampa, pero como el meme es mío, ¿qué vais a hacer? ¿Denunciarme?
W de Westlake, Donald.
Y de Yourcenar, Marguerite.
Z de Zubizarreta, Patxi.
Seguro que se me olvida alguien importante. Besos.

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miércoles, 1 de octubre de 2008

El caso Leavenworth


Anna Katharine Green: El caso Leavenworth
Traducción de Lorenzo F. Díaz
Imágica Ediciones. Madrid, 2008

Esa señora del retrato es Anna Katharine Green. La pongo aquí porque acaba de publicarse en castellano su primera novela. Green (1846-1935) nació y murió en Nueva York y es considerada, con Poe, una de las creadoras de la novela de detectives.

El ingenio de Green parió a un detective llamado Ebenezer Gryce y, ¡oh, maravilla!, a la primera mujer detective de la historia literaria, Violet Strange. Más tarde creó también a otra investigadora, Amelia Butterworth, que, al parecer, inspiró el personaje de Miss Marple, pues las dos son señoras mayores observadoras, muy agudas y listísimas.

Si queréis leer el original de El caso Leavenworth en inglés, gracias al proyecto Guttemberg lo tenéis aquí.


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