viernes, 27 de julio de 2007

Me voy a París


Sólo serán unos días, pero, para que no lloréis mucho mi ausencia, os dejo este regalito.



¿Tú qué tienes, río Sena?

Tú no tienes nada.
Dos orillas, nada más.
Dos orillas sucias,
plagadas, de un extremo al otro,
de horribles puestos de libros
y de una multitud
que traza círculos en el agua
y pesca con caña.


La foto muestra París, Nôtre Dame y el Sena en el año 1900.

El poema es Les Bouquinistes, de Paul Verlaine. La traducción es mía. Si no os gusta, podéis apedrearme y cualquier juez os absolverá.

Au revoir!


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Thinking Blogger Awards

Francisco Ortiz me ha dado un premio (¡qué ilu!) y me ha puesto en un quanúndrum. Así que, salvo una excepción, he dedicido dar mis premios a blogs de gentes con las que no tengo ningún contacto.
Son éstos:

Las crónicas de Marujita Robinson
Porque me parto la caja torácica de risa con ella. Soy así de simple.

Todas
Porque destroza el tópico de que las chicas somos tecnófobas.

Faroa
Porque es el number one en lengua vasca.

Saski-Naski
Por trilingüe y variado.

Consultoría artesana en red
Porque sí.


Y con esto y un bizcocho...


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martes, 24 de julio de 2007

De turista en mi ciudad

Ni instituciones públicas ni particulares me pagan un duro por hacer esto. Será que me sale del corazón.

La parte del Museo Guggenheim que es como la quilla de un barco.




Puppy, de Jeff Koons, es uno de los perros más famosos del mundo. Imposible fotografiarlo sin gente alrededor.








Ion Fiz tiene cuasi entronizada en su tienda a la muñeca Nancy (de Famosa).







Una instalación callejera de Javier Mariscal. Creo que se titula "Vertedero". Le encargaron un jardín e hizo esto. No a todo el mundo le gusta. A mí me encanta.








Marcha de patinadores ante la iglesia de san Nicolás.









Fosterito de la Plaza Circular.









La biblioteca de la Diputación. Un edificio de letras y cristal.



Se acabó el paseo, niñas y niños. ¿Habrá por aquí algún sitio donde comer un pincho y beber algo?


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viernes, 20 de julio de 2007

¿Dónde estabas tú en agosto de 2003?

Mi adicción a Jonquet de momento no tiene cura. Acaba de caer otra de sus novelas, Mon vieux, y la he disfrutado requeteatope. Por cierto, si os apetece un aperitivo de Jonquet y sus secuaces, podéis probar con La feria del crimen, a la que asisto invitada por Lucía. Ya me contaréis.

Mon vieux tiene un planteamiento típico-típico jonqueano: dos tipos que no se conocen de nada y sólo tienen en común que viven en la misma calle de París, ven cómo se les acaba de torcer la vida (ya se les venía torciendo de atrás) y sus destinos se cruzan en un momento histórico muy determinado. Si en El secreto del rabino las peripecias de los personajes confluían en la batalla de Varsovia, aquí desembocan en el terrible verano de 2003, cuando la canícula provocó diez mil muertes y una crisis política en Francia.

Jonquet se apunta a una cierta teoría de la conspiración; insinúa en estas páginas que las consecuencias de la ola de calor fueron mucho peores de lo que nos contaron y describe sin ahorrar detalles desagradables el caos que reinó primero en hospitales y residencias de ancianos y luego en las funerarias. Por si fuera poco, también fue en el verano de 2003 cuando murió asesinada Marie Trintignant.

La novela empieza con la definición de la palabra suerte y es, en el fondo, un reflexión sobre cómo el azar se puede cebar contra el ser humano. Los dos protagonistas son Alain y Daniel. Alain es guionista de televisión; su mujer fallece en un accidente y su hija queda desfigurada, el trabajo le escasea y, para colmo de males, su padre, que lo había abandonado en la infancia, reaparece arruinado y completamente gagá.

A Daniel nunca le ha ido del todo bien en la vida. A sus treinta y pocos años, no consigue permanecer mucho tiempo en ningún empleo y acaba de perder el último apartamento de caridad en el que vivía alquilado. Con Daniel utiliza Jonquet un monólogo interior que me recuerda a los psicópatas de Rendell: los culpables de su mala suerte (la suerte otra vez) son los mustafás y los mamadús que le roban los empleos, y las jovencitas con minifalda que ha tenido alguna vez de jefas. ¡A dónde vamos a ir a parar! Daniel vive en la rue y eso da pie a un repaso de la fauna callejera parisina con los ojos de un racista redomado y vulgar.

Me gusta Jonquet, entre otras muchas razones, porque nos da buena noticia de cómo se van cociendo las cosas en ese país suyo que yo tengo idealizado y él, no; de cómo el estado de bienestar hace agua por algunos boquetes por donde se desangran siempre los débiles; y la temperatura va subiendo y subiendo, hasta que...


Espero con ganas la novela sobre los altercados callejeros de 2006 en la periferia parisina. ¡Ale, Jonquet, majo, a trabajar! Ponte manos a la obra tout de suite, que no tengo paciencia.

¡Ah! Y no olvidéis la pregunta del título: ¿dónde estabais en agosto de 2003? ¿Qué demonios hacíais, si no teníais blog ni nada?


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martes, 17 de julio de 2007

Mi mejor amigo

Guardo en un rincón del cerebro un bonito recuerdo de El marido de la peluquera y en una estantería de mi casa, una grabación en VHS de Ridicule, en versión original, con sus juegos de palabras tan didácticos. Las dos pelis son de Patrice Leconte, un todoterreno francés de la mejor especie.

Hace poco estrenó Mi mejor amigo, una peliculita pequeña y sencilla en todos los sentidos: pocos actores, breve metraje y escasos exteriores en un París que sólo estalla de belleza en la escena final.

El film trata ligeramente de cosas peliagudas: la soledad humana, la antipatía, la incapacidad de amar, el abandono, el recelo... Bueno, vale, no sigamos por ahí, démosle la vuelta: trata de la camaradería, la amistad, la complicidad entre seres humanos, la chispa de afecto que prende inesperada y la intimidad entre hombres, sobre la que revolotea juguetón el tabú de la homosexualidad.

De todas estas cosas tremendas habla Leconte con palabras llanas, sin recovecos, sin filigranas, para todos los públicos; tanto es así, que recurre a lenguajes que manejamos el común de los mortales: el fútbol y la televisión.

Es, en fin, una película bonita, feliciana, pánfila y alegre. Eso es precisamente lo que quería hacer Leconte, según él mismo dice: Ya no me apetece hacer películas serias; la vida ya lo es bastante. Y yo se lo agradezco, qué demonios.

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P.S. Poseída por la energía vital de don Valentín García Yebra, me atrevo a afirmar que la traducción de esta película, al menos la de la versión que yo he visto en salas comerciales, es un pelín chapucera, hecho que no atribuyo a la impericia de los traductores, sino al escasísimo sueldo que perciben y a las pésimas condiciones (plazos, medios...) en las que deben realizar su labor. Señoras y señores traductores, estoy con ustedes.


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domingo, 15 de julio de 2007

Spike Lee en Vitoria

Va a ser una auténtica gozada. Este próximo jueves, 19 de julio, el mismísimo Spike Lee (¿tras los pasos de Woody Allen?) será el maestro de ceremonias en el concierto titulado "La música de Spike Lee", con motivo del Festival de Jazz de Vitoria. Cómo no, estará con él, a la trompeta, Terence Blanchard, su compositor e intérprete de confianza, que por algo han trabajado juntos en doce películas.

El jueves, en Mendizorroza, sólo interpretarán la música de seis: Plan Oculto, Malcolm X, Fiebre salvaje, Clokers, La última noche y, of course, Mo' Better Blues. Que no se queje nadie, que al mismo tiempo proyectarán fragmentos de las pelis.

No hace falta recordároslo, pero lo haré de todos modos: la música es uno de los muchos atractivos de los filmes de Lee, que nos ha regalado los oídos también con Public Enemy y Stevie Wonder y con el buen hacer de su papá, Bill Lee, contrabajista de jazz.

Para que vayamos abriendo boca mientras esperamos babeando a que el documental de Lee sobre Nueva Orleans y el Katrina se nos estampe en las pantallas.

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viernes, 13 de julio de 2007

Tene Múgica (y 2)

En el capítulo anterior habíamos dejado a Tene recluida por enfermedad en casa y escribiendo y publicando poemas y relatos.

Tenía ya treinta años cumplidos cuando supo de un médico de Eibar que había demostrado gran habilidad en el diagnóstico de enfermedades: nuestra protagonista tenía una fractura en la columna vertebral. La operaron y sanó.

Siguió escribiendo, pues, pero ahora sus escritos se hicieron más didácticos y políticos. Tene militaba en Comunión Nacionalista Vasca, un partido que en tiempos de la Segunda República se fusionó con el PNV. Tene intentó crear una asamblea de mujeres dentro de su partido, pero tuvo a los dirigentes en contra y se quejó por ello amargamente: "Los hombres fomentan la duda, el miedo y la pasividad de las mujeres. Y a las que hacemos algo, nos ridiculizan sin piedad."

Tene se dedicó luego al teatro. Escribió tres piezas, una de ellas para niños, que fueron premiadas y ampliamente representadas. Pero llegó la Guerra Civil y tuvo que exiliarse a Francia. Vivió en La Rochelle y luego en Ciboure. Acabada la guerra, regresó a Deba, pero las autoridades franquistas la desterraron a un pueblecito de Navarra.

En la década de los sesenta estaba ya de vuelta en Deba, trabajando de nuevo en la tienda y escribiendo otra vez. Participó y triunfó en certámenes literarios, preparó materiales didácticos y traducciones para la escuela de su pueblo y colaboró con revistas de la época.

En 1975, Año Internacional de la Mujer, cuando Tene ya tenía 87 años, la Academia de la Lengua Vasca la nombró académica de honor. Dos años después de su muerte, el Ayuntamiento de Deba creó un certamen literario que llevaba su nombre, por el que pasaron principiantes que luego se hicieron grandes figuras de la literatura vasca. Ahora Tene Múgica da nombre a una jugosa beca que este año llega a su tercera edición.

Sirvan estas líneas de homenaje y agradecimiento.

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jueves, 12 de julio de 2007

Tene Múgica

El nombre completo de Tene era Robustiana Múgica Egaña. Nació en Deba (Guipúzcoa) en 1888 y murió allí mismo en 1981, casi cien años después. He sabido de su existencia gracias a la colección Bidegileak, que edita el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco. De estas reseñas de personas que han contribuido a a cultura del país, me gustan especialmente las historias de mujeres que, con inmensas dificultades, consiguieron tener una vida intelectual productiva. Una de ellas fue Tene.

Era de buena familia, condición casi indispensable en aquella época para que las mujeres se alfabetizaran. Sus padres, Josefa Juliana y Juan José, poseían la tienda de comestibles más grande del pueblo y eran fervientes católicos. Tuvieron doce criaturas: los nueve primeros, varones; las tres siguientes, mujeres. Tene fue la mayor de las chicas.

Empezó en la escuela con seis años y enseguida aprendió a leer y a escribir. Con catorce ya trabajaba a pleno rendimiento en la tienda de la familia y aprendió también cerería, que entonces era una industria muy importante. En su tiempo libre, se dedicaba a leer. Nunca fue a otra escuela que a la de su pueblo ni pisó la universidad.

Tenía diecinueve años cuando murió su padre. Tuvo que trabajar entonces duro en la tienda y la salud le falló: un dolor de espalda le impedía casi andar. El médico dijo que era "de los nervios", lo que hoy llamaríamos una enfermedad psicosomática. ¡Qué típico! ¿Verdad? "Chica, tú no estás enferma, sólo un poco loca". Tene pasó diez años de sufrimiento sin apenas salir de casa.

La parte buena de esto fue que, sin dejar del todo de atender la tienda, tuvo más tiempo para leer y empezó a escribir. Me acuerdo de Frida Khalo, a la que la enfermedad y el confinamiento llevaron al arte. Es curioso que a algunas mujeres, no a todas, la enfermedad las libra de trabajar como mulas y les da oportunidades inesperadas.

Tene empezó a escribir poemas en los que hablaba de sus vivencias y sus sentimientos. También escribió cuentos y relatos. Empezó a publicar en las pocas revistas en lengua vasca o bilingües que se editaban entonces y sus poemas fueron recogidos en antologías prestigiosas. Por ejemplo, Watson Kirkconnell tradujo un poema suyo al inglés y lo incluyó en su colección European Elegies.

Me atrevo a traducir al español un poemita de Tene. Se titula Nere leyua (Mi ventana) y me hace pensar en Emily Dickinson y su reclusión y aislamiento. Dice así:

Por la ventana de mi alcoba
veo un trocito de cielo.
A él le debo
mis más dulces pensamientos.
Tanto vestido de sol
como de nubes amenazantes,
tanto con la luna quieta
como con estrellas brillantes,
alegra con su voz de miel
mi pobre corazón enfermo.
Sólo por oír su voz
abro yo la ventana.

La vida de Tene dio muchas más vueltas. Pero vamos a dejarlas para un segundo capítulo.


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lunes, 9 de julio de 2007

Silva

Jorge Luis Borges decía siempre que no leía nada que se hubiera publicado en los últimos cincuenta años; es decir, que antes de leer un libro había que esperar a que transcurrieran cincuenta años desde su publicación. Yo no me puedo permitir el lujo intelectual de ser tan exagerada como Borges, pero tampoco me gusta estar pegada a la actualidad; apenas leo novedades editoriales; sólo estoy al día con un puñadito de escritoras y escritores y uno de esos pocos es Lorenzo Silva.

Y con limitaciones; porque en realidad sólo soy fiel a las novelas de Bevilacqua y Chamorro, que tienen dos enormes virtudes. Una, los personajes. Rubén Bevilacqua es el primer investigador de mi generación, la que accedió en masa a la universidad, la que se encontró con un veinte por ciento de desempleo cuando acabó la carrera, la que tuvo que aceptar (e incluso buscar con denuedo) empleos por debajo de su cualificación, la que tuvo que emigrar a las nuevas tecnologías y se mueve entre el inconformismo radical de los jipis que la precedieron y el conformismo consumista de los que vienen detrás.

Virginia Chamorro es un poco más joven y tiene el interés de ser una mujer que habita uno de los muchos reinos de la testosterona que aún quedan en nuestro mundo. Virginia es dura y voluntariosa, trabajadora y callada, inteligente y taciturna, peligrosa y vulnerable al mismo tiempo. Una guardia civil de sangre y hueso (porque es flaquita), más que un personaje.

La segunda virtud de estas novelas es la inmediatez que da el relato en primera persona y el tono directísimo del habla, la prosa fluidísima, contundente, eficaz, que también luce en otras novelas menos negras, como la estupenda La flaqueza del bolchevique. Una tiene la sensación de que Bevilacqua, el personaje narrador, está sentado en el sofá de su casa hablándole de su trabajo, como hace cualquier amiguete, y salpicando el relato de reflexiones personales y universales que yo al menos tengo en todos los libros subrayadas con lápiz y vienen muy bien cuando una quiere lucirse con las citas.

Bueno, creo que puedo añadir una tercera virtud o acierto. Silva, que es muy listo, sabe que a los humanos en el fondo lo que nos gusta es revisitar lo conocido, y ambienta sus novelas en territorios que resultan cercanos y familiares a los lectores hispanos: Guadalajara, Baleares, Barcelona... En ese sentido, a mí me sedujo especialmente con la novela La niebla y la doncella, porque me llevó a dos islas que adoro, La Palma y La Gomera, y me hizo, así, disfrutar el doble.


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jueves, 5 de julio de 2007

Más experiencias de un traductor

La semana pasada ya os hablé de este libro: Experiencias de un traductor, de Valentín García Yebra. Es, en realidad, una recopilación de artículos y conferencias que el buen hombre ha escrito en su larguísima carrera. El contenido es, pues, muy variado: tiene capítulos especializadísimos (¿es apropiado verter en endecasílabos el hexámetro clásico?) y otros interesantes para el común de los mortales. De estos últimos, entresaco algunas ideas sueltas que encuentro polémicas o novedosas. Ahí van.

Nadie debería ponerse a traducir si no escribe bien en su propia lengua. Damos excesiva importancia al conocimiento de lenguas extranjeras y poquísima al de nuestra lengua madre. Un traductor debe poseer un conocimiento profundo de su propia lengua, de su léxico y de su sintaxis. Debe manejar con soltura nociones que antes se grababan profundamente con el estudio del latín. El abandono del latín ha causado un daño enorme en el conocimiento lingüístico profundo de los españoles, comenzando por su propia lengua.

Hoy día se valora cada vez más el multilingüismo desde la cuna. Sin embargo, los monolingües de nacimiento (por así llamarlos) tienen una ventaja a la hora de traducir: perciben más fácilmente las interferencias con otras lenguas y las interferencias son el principal enemigo de una buena traducción.

España es el segundo país del mundo en número de libros traducidos: aproximadamente la quinta parte de su producción editorial. El primer país antes era la Unión Soviética. Ahora me falta el dato. Añado un par de cosas más para que triunféis en el Trivial. La primera es fácil: ¿cuál es el libro más traducido? La Biblia. ¿Cuál es el autor más traducido? Walt Disney.

El traductor debe ser un lector extraordinario. Si alguna vez contratáis un traductor, desconfiad si os dice que no lee, que no le gusta leer o, lo que es lo mismo, que no tiene tiempo para leer.

Continuará.

[En la foto, san Jerónimo, patrón de los traductores; el cuadro es de El Greco, como ya habréis adivinado por la cara larguirucha.]


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lunes, 2 de julio de 2007

A vueltas con la tele

Tengo yo una cruzada personal con el asunto este de la televisión, algo de lo que se habla mucho (y muy a lo bobo), se sabe poco, se reflexiona menos y se teoriza casi nada. Por eso aprovecho todo lo que encuentro por ahí disperso para construir, aunque sea a retazos, algo que merezca la pena decirse.

Cae en mis manos una entrevista ya un poco vieja (enero de 2006) realizada a Michael Haneke en El Cultural de El Mundo. Haneke es, entre otras cosas, el director de Caché, una de las mejores películas que he visto en los últimos tiempos, y de la inquietante e inclasificable La pianista. Dice en la entrevista este buen hombre:

Las imágenes son el arma más poderosa para dominar la mente. Me preocupa el rol de la televisión como el símbolo de la representación de la violencia en los medios. Y como causante de la gran crisis que supone su influencia en la pérdida de la noción de la realidad y la desorientación generalizada. La alienación es
un problema muy grave y la televisión desempeña un papel predominante.

Dejando al margen si estoy o no de acuerdo con Haneke, me gusta de lo que dice que concede importancia al fenómeno, que se acerca a él con espíritu crítico y analítico, y no sólo con rechazo frontal.

La crítica literaria ve también la huella de la televisión en la obra literaria de Hanif Kureishi. Así, en su novela El regalo de Gabriel se aprecia un tono de comedia que quizás venga de la pasión declarada del escritor por las comedias de situación televisivas. Es más: Kureishi practica, como en las teleseries, el cross over y hace que los protagonistas de El buda de los suburbios aparezcan brevemente en El regalo de Gabriel.

También en su novela El cuerpo analiza Kureishi el culto a la celebridad, algo que tiene mucho que ver con la cultura televisiva actual. Dice en una entrevista al respecto:

Crecí con las celebridades. En mis tiempos todo el mundo vivía en torno a los Beatles, pero las celebridades se han vuelto más interesantes, complicadas y veneradas que nunca. Mi biblia es la revista "Hello"; me intriga el porqué de tan superlativo interés. Quizás todo el mundo piense que detrás del "glamour" se esconden vidas fascinantes.

El Statcounter da para mucho. El 24 de abril de este año, una persona de Honduras permaneció en mi blog 56 minutos y 6 segundos, es decir, un buen rato. Vino a parar aquí después de haber tecleado en Google porque me gusta mas la television que la literatura (sic). Esa frase la pueden suscribir millones de seres humanos, si a los hechos nos remitimos. Por favor, a mí no me obliguéis a elegir.

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